
“El cambio en el que podemos creer”, ese es el lema de campaña del Senador y aspirante presidencial, Barack Obama.
Sin duda, los estadounidenses nos han dejado, hasta el momento, atónitos con la respuesta a la selección del candidato presidencial de cada uno de los partidos políticos.
Importándoles poco la nieve y el intenso frío, los ciudadanos de Iowa y Nueva Hampshire han respondido al llamado cívico de acudir a las urnas.
Quizá sea motivado por un deseo ferviente de lograr un cambio real en la política nacional, tras el desastre que ha representado el gobierno de George W. Bush.
Este giro del pueblo norteamericano se dirige principalmente hacia el lado Demócrata.
Tres son las opciones reales en este instituto político: John Edwards, Hillary Clinton y Barack Obama, aunque son los últimos dos quienes más han destacado en las semanas recientes.
El Gobernador de Nuevo México, Bill Richardson, el candidato latino y el más preparado para la presidencia, está hasta el cierre de esta columna a punto de anunciar su retiro de la contienda.
Quien en realidad representa el crisol de la cultura estadounidense es Obama.
Su madre, una mujer blanca de Kansas; su padre, un keniano y ex combatiente de la Segunda Guerra Mundial.
El Senador por Illinois, nació en Hawaii y en 1985 llegó a Chicago, donde se desempeñó como organizador comunitario con un grupo eclesiástico, el cual busca mejorar los vecindarios pobres llenos de crimen y desempleo.
Es abogado por la Universidad de Harvard, donde llegó a ser presidente de la revista Harvard Law Review, el primer afroamericano en conseguirlo.
Fue senador estatal por 8 años y federal a partir del 2004.
Hace cuatro años, destacó gracias a sus discursos en la Convención Nacional Demócrata.
La primera ley Obama adoptada en el senado federal fue una que permite la transparencia electrónica total del gobierno, aunque también formó parte de la reforma a la ética política.
Hillary Clinton, por su parte, me recuerda mucho a Evita Perón, Cristina Fernández o hasta Martha Sahagún, con un marido que la apoya para darle continuidad a su proyecto interrumpido hace algunos ayeres.
La sed política de la candidata no tiene límites: hasta el 30 de septiembre del 2007 tenía en sus cuentas bancarias de campaña casi 91 millones de dólares.
Además de haber recibido dinero de los Comités Republicanos de Illinois y Michigan, organismos ultraderechistas como ‘Stop Union Political Abuse’ y Republican Issues Committee’ también han hecho aportaciones a su campaña.
Por cierto, las dos organizaciones tienen su domicilio en el 38172 Lost Lane, de Purcellville, Virginia.
En parte por esto y la participación activa de Obama en la creación del Sindicato de Trabajadores Culinarios, la central obrera Unite Here (con 1 millón de miembros) le dio el respaldo al Senador esta misma semana.
Obama marchó junto a los integrantes de este sindicato años atrás cuando la Huelga del Hotel Plaza de Chicago, por lo cual los sindicalistas ahora le devuelven su apoyo.
Nada más en Nevada, la llamada Unión cuenta con 60 mil miembros, quienes están dispuestos a votar por el Senador para convertirlo en Presidente.
Unite Here se comprometió a respaldarlo en otros estados del País, lo cual significa un fuerte impulso a la campaña por el verdadero cambio.
Los medios de comunicación han apuntado hacia una supuesta derrota de Obama en Nueva Hampshire.
Pero, veamos los datos duros:
Las encuestas hechas días previos a la elección decían que habían 10 puntos de ventaja para Obama.
Pero el trabajo sucio hecho por Bill Clinton (quien en caso de que su esposa vuelva a la Casa Blanca tendrá toda la oportunidad de seguir a las becarias) y los llorriqueos de Hillary Clinton, quien agregó que como mujer era más difícil ser candidata, tuvieron su efecto emocional entre los votantes.
Como caballero y en base a su pasado de respeto, Obama no atacó a Hillary, quien con sus lágrimas solamente demuestra debilidad política y que, detrás de un gran hombre, está una gran mujer.
El Señor Clinton dijo contínuamente que Obama no tiene experiencia para el cargo de presidente.
Quizá el ex Presidente se refiera a que solamente ha sido legislador.
Pero John Fitzgerald Kennedy tampoco tenía experiencia de gobierno cuando aspiró a ser inquilino de la Casa Blanca.
En cambio, George W. Bush sí contaba con una basta experiencia como Gobernador de Texas, y ya ven lo que pasó.
Ahora que, para compensar esa supuesta inexperiencia, Obama bien podría invitar a Richardson como su aspirante vicepresidencial.
A pesar de todo, el Senador por Illinois se quedó a menos de 8 mil votos, cuando en todo el 2007 la ex Primera Dama estuvo al frente en todas las encuestas, hasta por 23 puntos (según CNN y Rasmussen en septiembre).
De las 236 ciudades donde participaron los votantes de Nueva Hampshire, en 131 Obama venció a la candidata.
Los resultados le dieron a cada quien un total de 9 delegados. En el conteo global, Obama sigue al frente con 25, uno más que la Señora Clinton.
En total, se requieren 2 mil 25 delegados para ser candidato.
Durante las próximas semanas, los integrantes de los dos principales partidos acudirán a las urnas en estados como Michigan, Nevada, Carolina del Sur y Florida.
Pero el platillo principal de este banquete político lo representa el Súper Martes 5 de febrero, cuando en más de 20 estados los ciudadanos vayan a las casillas y opten por el candidato de su preferencia.
Entre estas entidades destacan, por el número de delegados en juego, California, Illinois, Massachusetts, Nueva Jersey, Nueva York, Minnesota y Tennessee.
Para ese día, el 40 por ciento de los delegados habrán sido designados.
Por el bien de este País y del mundo entero, Obama es la verdadera opción no solamente para los latinos, sino para los ciudadanos del orbe.
Caucus mexicanos…
Bien harían los legisladores federales mexicanos en cambiar las reglas electorales al interior de los partidos políticos, obligándolos a realizar asambleas abiertas o ‘Caucuses’ como los de Iowa, para que toda su militancia pudiese designar a sus candidatos y líderes.
Esa sí sería una verdadera reforma electoral.