Thursday, January 03, 2008

Mal año para ser policía

El 2007 fue un mal año para los agentes policíacos del País.
Los del Valle Imperial no fueron la excepción.
El pasado 10 de junio, el agente de la Patrulla de Caminos de California, Robert Dickey, falleció durante una persecusión policíaca que encabezaba sobre la Carretera Interestatal 8, cerca del poblado de Winterhaven, a donde estaba asignado.
Lo más triste de su historia es que su hijo cumplió su primer año de vida apenas dos días después del fallecimiento del oficial.
Otro caso fue el del Policía de Caléxico, Adrián Castro Córdova, quien mientras provenía de un curso el 1 de noviembre, chocó contra un camión de carga y perdió la vida.
De acuerdo al Fondo Nacional en Memoria de Agentes Policíacos, hasta el pasado 26 de diciembre del 2007, 186 policías habían perdido la vida en cumplimiento de su deber.
Esto significa un aumento importante en comparación con el 2006, cuando fallecieron 145 agentes. Esto es, se presentaron un 28 por ciento más muertes en el año que recién acaba de concluir.
La organización asegura que este 2007 es considerado el año más mortal para los agentes en todo el País desde 1989.
De las cifras, en 69 casos los agentes fueron asesinados por disparo de arma de fuego, un 33 por ciento más que en 2006.
Otros 81 oficiales perdieron la vida el año que terminó en accidentes de tránsito, convirtiendo así al 2007 en el décimo año en que los incidentes automovilísticos encabezan las cifras de oficiales muertos en los Estados Unidos.
Según el organismo defensor de los agentes policíacos, el estado de Texas lidera las estadísticas con 22 casos, seguido de Florida con 16, Nueva York con 12, California con 11 y Luisiana con 9.
El oficial promedio que falleció en el 2007 tenía 39 años de edad, de los cuales había pasado 11 en la corporación para la que laboraba.
Lo más curioso es que la Oficina Federal de Investigación tenga una apreciación distinta de los datos de este organismo, provocando así un subregistro por causas todavía desconocidas.
El FBI aseguró en octubre pasado que en 2006 murieron 48 agentes por un crimen y que otros 66 perdieron la vida en accidentes mientras desarrollaban su labor, dando un total de 114.
El organismo civil reportó 31 casos más que el gobierno federal, que agregó en su Reporte Anual de Oficiales Muertos y Asaltados que en 2006 se vio una disminución del número de agentes asesinados.
En total, se presentaron de manera oficial 58 mil 634 asaltos en contra de policías en Estados Unidos durante el 2006, de los cuales, curiosamenten apenas en el 4 por ciento de los casos los sospechosos utilizaron un arma de fuego.
Para el FBI el escenario es tan color de rosa, que en el reporte añadió que desde 1997, los números han ido a la baja.
El FBI coincide con el perfil del agente muerto, al aclarar un detalle: de los 48 policías asesinados y reconocidos como tales, 46 cayeron gracias a las armas de fuego, las mismas que los Republicanos y algunos Demócratas defienden su posesión en manos de los ciudadanos por la Segunda Enmienda.
Los agentes que cayeron muertos fueron atacados, en promedio, de lunes a jueves, entre las 10 y las 12 de la noche.
De estos asesinatos, en 18 casos los policías intentaron o dispararon sus armas de cargo para defenderse.
Un dato más: de los 55 sospechosos arrestados por el asesinato de los policías, 42 tenían antecedentes criminales y 15 estaban en supervisión judicial.
Según el FBI, el atacante promedio tenía 29 años de edad (10 menos que el oficial promedio), pesaba 176 libras y medía casi 1.80 metros de estatura. Varón, por supuesto.
A pesar de los datos recopilados tanto por organismos civiles como por las mismas autoridades, nada parece detener a los criminales de atentar contra quienes hacen cumplir las leyes, ni siquiera los equipos antibalas que utilizan los policías.
Si así ocurre en ataques con revólveres, no me imagino lo que ocurriría si, como en México, estos mismos policías enfrentaran a delincuentes con armas AK-47 o AR-15.
Seguro también optaban por hacerse de la vista gorda o, de plano, se abrazaban a la corrupción.