Monday, December 01, 2008

Pennsylvania


Samuel Hicks había sido agente durante varios años del Departamento de Policía de Baltimore.
Antes se desempeñó como maestro de escuela primaria y realizó estudios en la Universidad de Pittsburgh, donde se graduó.
De 33 años de edad, el joven ingresó a las filas del FBI en marzo del 2007, donde fue asignado a la Oficina de Pittsburgh en agosto de ese mismo año.
Hace algunas semanas, el novel oficial federal acudió a realizar un cateo antinarcóticos en el poblado de Indiana Township, en el estado de Pennsylvania.
Su carrera ascendente se vio truncada la mañana de ese martes 18 de noviembre, cuando junto a otros oficiales federales, estatales y locales llegaron a una residencia del poblado Indiana Township, Pennsylvania, donde buscaban a Robert Corbe, de 39 años de edad y una de las 35 personas indiciadas por tráfico de cocaína y crack, grupo que operaba desde octubre del año pasado.
Al verse rodeado por la policía, el sospechoso bajó al sótano de la residencia para deshacerse de un paquete de cocaína, el cual arrojó por el drenaje.
Luego de darse cuenta de que la policía no había bajado a las profundidades de la residencia, decidió tratar de huir por la cerca trasera, pero fue puesto bajo arresto en el mismo traspatio.
En la recámara, la esposa del sospechoso, Christina, estaba sola con su hija de 10 años y su hijo de 5.
La mujer, según su propio testimonio, se sintió acorralada por desconocidos, pensando que intentaban robarle.
Christina Corbe, de 40 años, dijo a los investigadores que nunca escuchó a los policías, aunque el Departamento de Policía del Condado de Allegheny (donde se ubica la ciudad de Pittsburgh), aseguró que los elementos ingresaron al domicilio a las 6 de la mañana y gritaron en varias ocasiones sobre su presencia en el sitio.
Fue ahí donde la mujer hirió de muerte al novato agente federal.
Segundos después, llamó al sistema de emergencias 911, informando a la policía que le estaban robando. Con el auricular en la mano, la mujer fue aprehendida por la muerte del oficial federal.
A Hicks le sobreviven su esposa y un hijo de 2 años de edad, por quien la familia pide hacer depósitos en una cuenta especial para pagarle los estudios universitarios.
El gran problema para las autoridades de aquel estado es la enorme adicción a la cocaína que hay entre los residentes.
De acuerdo a la DEA, la droga es sumamente popular y distribuida por organizaciones de colombianos, puertorriqueños y dominicanos, quienes proveen el enervante a grupos latinos y afroamericanos de los vecindarios de cada rincón del estado.
Es más, hasta a las cárceles federales llega la droga.
No hace mucho, José Luis Pizarro, de 27 años de edad e interno del Instituto Correccional Federal de Loretto, admitió haber recibido un paquete de marihuana para su consumo personal.
La cocaína, refiere la agencia federal, es llevada a Pennsylvania principalmente desde Nueva York.
Sin embargo, casos recientes indican que la fuente principal está en el sur.
Hace algunas semanas, José Edwardo Taddey Beltrán, de 55 años de edad y originario de Tucson, fue sorprendido cuando llevaba mas de 50 kilogramos de cocaína de Arizona al área de Pittsburgh dentro de una camioneta.
Taddey Beltrán formaba parte de una red de 76 personas dedicadas al tráfico de cocaína, de los cuales 49 residían en Pennsylvania.
En mayo pasado, las autoridades detuvieron a Alfonso Caldwell, alias ‘Fonnie’, en una residencia de la ciudad de Bale, en el Estado de Delaware.
El sospechoso encabezaba un grupo de traficantes de cocaína y marihuana, la cual traían desde México a través de camiones de carga.
Las actividades del grupo delictivo, que llevaron a cabo entre octubre del 2005 y septiembre del 2006, fueron descubiertas gracias a un decomiso de 110 mil dólares que iban dentro de varias cafeteras, las cuales serían enviadas a la frontera a través de los sistemas privados de correo.
Los agentes caninos alertaron por la presencia de residuos de droga en los billetes, lo que llevó al arresto del también asesino, quien estaba en libertad condicional por un homicidio de 1990.
En abril pasado, Rodney Hutchinston, conocido también como ‘Jamaican Mike’, fue arestado con 219 libras de marihuana en Riverside.
En total, el grupo es responsable de traficar con más de 6 mil libras de la droga en las calles de Pennsylvania.
Además de ser indiciado por tráfico de drogas, el sospechoso será procesado por lavado de 1.23 millones de dólares.
Tanto la droga como el dinero por el pago de los cargamentos eran enviados por UPS, con el apoyo del gerente de esta empresa destacado en el Aeropuerto Internacional de Harrisburg, la capital del estado, donde recibía la droga y enviaba el dinero a Tucson.
Esta organización fue detectada luego de que la policía detuviera un vehículo en el Condado de Cumberland con 186 mil dólares.
El dinero era transportado para pagarle a Abraham Pérez, de Tucson, quien era el enlace de la organización con los suministradores mexicanos de la droga.
La policía arrestó a otro de los miembros de la banda, Marc George, con 600 mil dólares. Y en Texas y Missouri, al grupo le decomisaron unas mil libras de marihuana.
Para evitar ser identificados, un cirujano plástico le removió las yemas de los dedos tanto de los pies como de las manos a los integrantes de la banda de ‘Jamaican Mike’.
Paradójicamente, fue uno de estos miembros quien delató al grupo, mientras cruzaba la frontera con Arizona.
A un agente federal de aduanas le llamó la atención las heridas que llevaba el individuo, por lo que fue arrestado. De ahí se derivó la investigación que terminó en el aseguramiento de Hutchinson.
A mediados de agosto, 15 personas (en su mayoría asiáticos residentes de Canadá), fueron acusados por traficar decenas de kilogramos de marihuana, por lo cual podrían ser condenados a varios años de cárcel.
En julio, otros seis residentes del estado, de origen italiano y asiático, así como otros dos de Florida y seis de Canadá, fueron indiciados por tráfico de importantes cantidades de marihuana.
Estos no han sido los únicos golpes que las autoridades policíacas han dado en el estado de Pennsylvania.
De Pittsburgh a Philadelphia, la policía ha decomisado cargamentos que van desde unos cuantos gramos hasta cientos de kilos.
Los traficantes tienen, cuando menos, 21 años y, según la Procuraduría federal, podrían pasar de 5 años hasta el resto de sus vidas en prisión.
Sin duda, es sumamente lamentable el estado en el que se encuentra la entidad cuna de la independencia de los Estados Unidos.
¿Será la solución la legalización de las drogas en México, como lo plantea la izquierda mexicana?
¿Debe haber un mayor combate a las adicciones y un reconocimiento a la responsabilidad de Estados Unidos en este asunto como lo indicó el Embajador de Estados Unidos en México, Antonio Garza?
¿De verdad apostarle a contar con más policías y armamento para combatir al narcotráfico podrá algún día acabar con este problema?
¿Cómo podrán las autoridades de ambos lados de la frontera terminar con el fenómeno para evitar muertes como la del Agente Hicks y muchas otras que se han presentado y seguirán dándose?

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