Thursday, December 04, 2008

La sucesión


Todavía no concluían las campañas federales por la presidencia de los Estados Unidos, cuando ya varios prominentes californianos empezaron sus propias luchas con miras a la sucesión en la gubernatura del deficitario estado.
Hasta el momento, hay nueve aspirantes serios a ocupar el cargo que todavía ostenta el actor convertido en político, Arnold Schwarzenegger.
Una encuesta de la Corporación de Encuestas de Campo establece que la principal figura política, hasta el pasado mes de octubre, era la Senadora Demócrata, Dianne Feinstein.
El sondeo del organismo revela que la mitad de los votantes de la séptima economía mundial consideran a la legisladora federal con una opinión favorable, contra un 39 por ciento que tiene una mala imagen de ella.
La senadora obtuvo su apellido en 1962 gracias a su matrimonio con el desaparecido neurocirujano, Bertram Feinstein, quien falleció hace tres décadas.
Es Licenciada en Historia por la Universidad de Stanford. Ha sido casada tres veces y, hasta la fecha, permanece unida al empresario Richard Blum.
A su favor, la legisladora federal tiene muchos puntos, aunque su ascenso a la escena política no fue del todo positiva: el 4 de diciembre se convirtió en la primera Alcaldesa de San Francisco, gracias al asesinato del entonces Alcalde, George Moscone –quien la derrotó antes en las urnas-, y del Supervisor del Condado, Harvey Milk, a quienes el también Supervisor, Dan White, acribilló a balazos.
En 1984, su nombre apareció como posible aspirante vicepresidencial en la campaña de Walter Mondale, quien finalmente eligió como compañera de fórmula a Geraldine Ferraro.
En 1990, perdió la contienda por la gubernatura contra el entonces Senador Republicano y ex Alcalde de San Diego, Pete Wilson, por apenas 200 mil votos.
Al llegar al Ejecutivo Estatal, Wilson dejó la senaduría y nominó a John Seymour como sustituto, quien en 1992 perdió las elecciones ante Feinstein con una ventaja de 1.8 millones de votos.
Se estima que la fortuna de Feinstein es cercana a los 100 millones de dólares y, de acuerdo al diario San Francisco Chronicle, su declaración patrimonial es casi del tamaño de un directorio telefónico.
Además, la senadora está ubicada en el centro del espectro político, algo sumamente valorado por los votantes en cualquier lado del mundo, y se cree que es una de las Demócratas pro-empresariado, a pesar de provenir de una ciudad tan liberal como San Francisco.
Para Feinstein, no todo es miel sobre hojuelas.
En su contra podrían actuar dos asuntos: su marido es un inversionista de grandes empresas chinas y ha obtenido importantes contratos gubernamentales sin subasta pública, al parecer gracias al poder que tiene su esposa.
El otro factor es el de la edad: Feinstein tiene, hoy, 75 años de edad. De resultar electa, tendría 77 al momento de asumir la gubernatura estatal.
Sin embargo, de acuerdo al sondeo, esto no parece importarle a los ciudadanos, pues tanto Demócratas como Independientes muestran un respaldo mayoritario hacia la legisladora.
En las elecciones primarias de junio del 2010, si es que Feinstein decide lanzar su candidatura, enfrentará a cinco posibles rivales, en caso de que no haya más inscritos para participar.
El rival más fuerte sería el actual Procurador General y ex Gobernador de California (1975-1983), Jerry Brown, quien el pasado 7 de abril cumplió siete décadas de vida.
El fiscal del estado posee un amplio currículum: fue Secretario de Estado, aspiró en dos ocasiones a la Presidencia de los Estados Unidos, ocupó la Presidencia Estatal del Partido Demócrata y también la Alcaldía de Oakland.
La estirpe política de su familia también pudiese trabajar a su favor, pues su padre, Edmund, fue gobernador californiano en la década de los sesentas. Su hermana, Kathleen, fue Tesorera Estatal y aspirante a la gubernatura en 1994.
De hecho, de los casi 21 años que los Demócratas han encabezado el gobierno estatal desde 1959, 16 corresponden a los Brown padre e hijo.
La edad y su no muy buen desempeño en la gubernatura son los puntos negros de Brown.
Las opiniones respecto el Procurador son muy diversas: una tercera parte de los californianos lo considera un buen candidato, otro tercio se opone a esa idea y al resto, sencillamente, le importa poco.
Otro muy serio aspirante es el Alcalde de Los Angeles, Antonio Villarraigosa, de quien el 28 por ciento de los votantes tiene una opinión favorable, aunque son más quienes creen que sería un mal candidato y muchos más los que lo desconocen.
Después se ubican el actual Vicegobernador, John Garamendi; el Alcalde de San Francisco, Gavin Newsom –a quien rechaza el 41 por ciento de los ciudadanos, muy posiblemente por haber hecho campaña abierta contra la Proposición 8, aprobada por los votantes y que eliminó el matrimonio gay-, y el casi desconocido Superintendente de Instrucción Pública, Jack O’Connell.
Del lado Republicano, las cosas en este fin de año no pintan nada bien. Lo que es peor, para lo que queda del conservadurismo californiano existe un enorme riesgo de perder la gubernatura que recuperaron en 2003 tras derrocar en la elección de revocación a Gray Davis.
Su mejor carta hacia las elecciones del 2010 es la ex Presidenta de la empresa eBay, Meg Whitman, quien es una total desconocida para dos terceras partes del electorado.
Le siguen Tom Campbell, ex Congresista y ex Director de Finanzas del Estado, y el Comisionado de Seguros, Steve Poizner, cuya impopularidad ronda las tres cuartas partes de los votantes en ambos casos.
Al asunto de la popularidad se suma el del dinero. Mientras los precandidatos Demócratas recaudaron cientos de miles de dólares en los primeros meses de este año, las cifras de los Republicanos se ubican muy por debajo.
Si a esto le sumamos el desastroso estado en que se encuentran las arcas y la economía que está por los suelos, la situación de los Republicanos los coloca muy por debajo en las preferencias electorales.
De continuar la tendencia, el efecto ‘Gobernator’ puede irse descartando como un factor positivo para los conservadores.
Hasta mediados de septiembre, el desempeño de Schwarzenegger era aprobado por el 38 por ciento de los electores, mientras poco más de la mitad pensaba que estaba haciendo un mal trabajo.
En diciembre del 2007, tres de cada cuatro californianos creía que el ‘Gobernator’ estaba haciendo bien su trabajo, uno de los mejores niveles de su mandato.
Lo bueno para el mandatario es que la enorme mayoría de californianos se ha pronunciado en contra de revocarle el mandato, como lo propusiera hace algunos meses el Sindicato de Trabajadores Correccionales.
Muy posiblemente el efecto a la baja se debe al alto desempleo, la cifra histórica de embargos de vivienda y la parálisis crediticia.
Tomando en cuenta que todavía faltan 18 meses para las elecciones primarias y dos años para las generales, quizá sea muy prematuro predecir que los Republicanos se enfilan a perder la gubernatura del estado más grande del País, lo cual sí estoy seguro habría ocurrido de haberse dado las elecciones estatales el pasado 4 de noviembre, cuando Barack Obama barrió a los Republicanos en California.
Mantener o perder la Primera Magistratura Estatal dependerá de la recuperación económica y de lanzar una excelente oferta política, alejada de los extremismos en los que ha caído el partido que ha gobernado esta entidad casi 30 años del último medio siglo.

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