Thursday, August 15, 2013

El petróleo en Mexicali








Por Arturo Bojórquez*
Mucho se ha hablado en los últimos días sobre la reforma energética propuesta e impulsada desde Los Pinos, pero cuya mano mece-cunas se encuentra en las personas de los salinistas Pedro Aspe, Jesús Reyes Heroles y Carlos Ruiz Sacristán, hoy ligados a empresas del sector que buscan y ya casi tienen amarrados proyectos gracias al pretendido cambio de política.
Desde el oficialismo y el empresariado mexicano, pasando por los propagandistas-periodistas del régimen a quienes ya conocemos, se ve con Buenos ojos esta medida que, de acuerdo al discurso gubernamental, traerá muchos beneficios en términos de reducción de costos, aumento en el empleo y baja en las tarifas eléctricas y precios de combustibles.
Por su parte, la izquierda defiende a ultranza la propiedad de la nación sobre la riqueza natural del país, tal y como la decretara en su momento el titular del Poder Ejecutivo federal, Adolfo López Mateos.
Los defensores del nacionalismo revolucionario afirman que ocurrirá precisamente todo lo contrario a los argumentos oficiales: aumento de costos, dependencia de los capitales internaciones privados y escasez de recursos para realizar obra pública.
Como carezco de una bola de cristal y no soy adivino, desconozco a ciencia cierta lo que nos va a deparar el futuro si se aprueba la reforma energética del Residente Oficial de Los Pinos; sin embargo, si nos basamos en el efecto que “nuestro petróleo” ha tenido en la capital bajacaliforniana, no creo que vaya a tener un efecto a nivel local.
Según dicen quienes saben del tema, Petróleos Mexicanos tiene ventas y rendimientos de cientos de miles de millones de dólares al año por la venta del crudo.
La Secretaría de Hacienda, a través del régimen fiscal especial de la paraestatal, le quita la enorme mayoría de sus recursos para depositarlos en manos de la burocracia federal.
Son casi seis millones de burócratas quienes reciben cada mes sus cheques gracias a los ingresos petroleros “propiedad de la nación”.
A su vez, el gobierno federal le distribuye una parte pequeña a los estados y todavía menor porción a los ayuntamientos para realizar obras y entregar servicios.
En este laberinto burocrático se pierde fácilmente el rastro de los recursos petroleros que son entregados a los gobiernos locales para cumplir sus objetivos.
Una de las pocas obras que se han hecho específicamente con excedentes petroleros en Mexicali es el Centro Estatal de las Artes: un complejo que alberga expresiones artísticas y que otorga a su vez capacitación para pequeños y grandes aspirantes a actividades como pintura, teatro, danza y otras ramas.
Fueron varios millones de pesos usados por el gobierno de Eugenio Elorduy para construir esta obra que, a decir verdad, le deja muy poco a la clase trabajadora.
Y es que los cursos del CEART, muchos de ellos de excelente calidad, se cobran por cientos de pesos que la clase baja que vive en los alrededores del sitio son prácticamente inaccesibles.
Dicen que hay becas y apoyos para que los hijos de obreros puedan acudir, pero son demasiado pocos para la enorme cantidad y demanda que hay en la ciudad.
Seguramente habrá quien salga a decir que son muchas más obras las que se han edificado gracias a los recursos procedentes del “oro negro”, pero los detalles solamente ellos los conocen.
Esta es una muestra clara de que el petróleo no es de los mexicanos, sino de los gobernantes en turno, y sus recursos no necesariamente se utilizan para promover la movilidad social ascendente o en proyectos productivos que saquen al país de la enorme pobreza que lo agobia.
El gran dilema es que, en caso de que se privatice la industria energética nacional como lo augura la izquierda, ni siquiera obras elitistas y de relumbrón como el CEART vamos a tener en el futuro.
Y de volverse realidad las expectativas de la izquierda ante la reforma, será hasta que los mexicanos paguen de electricidad los mexicalenses o que tengamos que gastar 10 dólares por galón de gasolina como ocurre en Europa cuando protestemos y salgamos a criticar las nuevas medidas. Para entonces, quizá, será demasiado tarde.
*Arturo Bojórquez es periodista desde 1991. Estudió la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de Baja California y ha formado parte de diversos medios de prensa escrita, radio y television regionales. Actualmente, es Editor del Semanario Adelante Valle, que circula en el Condado de Imperial, California. Cuenta con residencia en Calexico.

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