El Instituto Federal Electoral dio a conocer sus cifras alegres sobre la participación de los mexicanos en el exterior durante el pasado proceso electoral que culminó, temporalmente, con la victoria numérica de Felipe Calderón.
Con bombo y platillo informa la autoridad electoral que la participación en los comicios de quienes han buscado opciones reales de empleo en mejores horizontes, pero que mantienen su ciudadanía mexicana, alcanzó el 81 por ciento. Algo así como cuatro de cada cinco.
Esta aseveración resulta sumamente relativa: si bien fue alto el número de boletas enviadas desde el exterior por correo (a un costo de unos 9 dólares por voto para el ciudadano que se registró para participar), la cantidad total de personas que se incorporaron al padrón en el exterior apenas si rebasó los 56 mil votantes. Comparado con los más de 70 millones de votantes inscritos en México, la cifra resulta irrisoria.
La reforma al Código de Instituciones y Procedimientos Electorales permitió a partir de este 2006 el tan anhelado sueño de los mexicanos fuera de territorio nacional el poder votar en las elecciones de su propio País.
La idea original era conformar la sexta circunscripción, a fin de enviar al Congreso de la Unión a los representantes de las comunidades que por buscar un mejor porvenir, han decidido dejar sus tierras.
Pero no. Todo quedó, gracias al casi ex Senador bajacaliforniano, Rafael Morgan (panista, por cierto), en un simple voto “ausente”, como se le conoce en esta jaula de oro mejor conocida como Estados Unidos.
La tan traída reforma electoral, exigida en campaña hace seis años, se limitó al sufragio por correo, certicado por supuesto y a un costo equivalente a un doce de cerveza.
De las campañas políticas fuera de territorio nacional, ni hablar. Era mejor colocar candados o escudos para evitar la infiltración de los recursos privados en las campañas políticas y evitar el gasto de fondos públicos en las mismas (la mejor inversión del dinero del pueblo es ponerlo en las cuentas de los cuñados incómodos), como si el dinero malhabido no se hubiera colado en las cuentas bancarias de los candidatos.
Poco a poco se logró filtrar la posible participación de millones de ciudadanos que viven lejos de México.
Desde hace años, se estudiaba la posibilidad de colocar oficinas de registro de electores, principalmente en Estados Unidos, así como la apertura de casillas el mismo día de la jornada electoral, pero nada. Solamente se permitió el voto a quienes ya estuvieran inscritos en el padrón mexicano.
El miedo cundió de nueva cuenta entre el PRIAN. Antes de las elecciones del 2000 se pensaba abrir el proceso a los mexicanos en el resto del orbe, pero el PRI temió un voto de castigo en su contra, e igual le pasó al PAN el año anterior, cuando se aprobaron las reformas.
El hoy cuestionado IFE envió en total 5 millones de solicitudes de formato para la inscripción en el padrón foráneo, de las cuales 3 millones 689 mil 149 directamente a los ciudadanos.
Sólo se recibieron 56 mil 749 sobres con las solicitudes de registro, de las cuales fueron aprobadas 40 mil 854, casi el 90 por ciento provenientes de Estados Unidos, aunque hubo otras de países como Andorra, Taiwan, Uganda e Islas Faroe.
La mayoría de ciudadanos previamente registrados que buscaban particpar en las elecciones del pasado domingo eran de cuatro entidades federativas: Jalisco, Distrito Federal, Estado de México y Michoacán.
Para contar los votos de estos mexicanos, se instalaron 170 Mesas de Escrutinio y Cómputo en colaboración con el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey.
Al final de la contabilización de los sufragios, el panista Felipe Calderón Hinojosa se llevó casi el 60 por ciento del voto en el exterior con poco más de 19 mil boletas cruzadas a su favor.
Le siguió el perredista Andrés Manuel López Obrador con 11 mil. Lejos, muy lejos se ubicó el priísta Roberto Madrazo, con apenas mil 360.
Desconozco la razón que llevó a quienes han tenido que abandonar el País a votar por el blanquiazul.
Tal vez crean que darle continuidad a los ‘meseros’ (por aquello de que se hacen sordos con el cambio) y al régimen foxista sea la mejor forma de que a México llegue el desarrollo y se den las condiciones para regresar.
La verdad es que el perredismo tiene mejor estructura y ‘fanaticada’ fuera de territorio nacional. A eso le tuvieron miedo los Prianistas. Por ello no permitieron el voto abierto de los mexicanos en el exterior. Por eso prefirieron callar el voto de castigo en contra de los creadores del ‘Robaproa’. Fue el mismo motivo que los orilló a embarazar urnas con los llamados ‘taquitos’ (boletas apócrifas insertadas en las urnas), para garantizar la permanencia en el poder.
Seguro estoy de que, de haberse permtido el voto en el extranjero, López Obrador hoy no tendría duda de ser el próximo inquilino de Los Pinos a partir del 1 de diciembre próximo. Los más de 200 mil votos de diferencia entre uno y otro habrían desaparecido en este caso.
Claro, y sin necesidad de ‘mapachadas’ blanquiazules.
Curiosidades…
El miércoles 5 de julio, la Cámara de Diputados emitió un boletín, cuya entrada dice así: “Ante la escasa votación de mexicanos en el extranjero, legisladores del PRD y PAN en la Cámara de Diputados coincidieron en la necesidad de hacer modificaciones al Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales, con el propósito de incrementar la participación de los connacionales en los procesos electorales”.
Comentario: ya para qué.
Futuro: Marcelo Ebrard, 2012.
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