Friday, November 03, 2006

EN EL 2000


Seis largos años han pasado desde entonces. El País ha cambiado muchísimo. Algunos dicen que por motivos instigados, otros por culpa de factores externos.
Pero la llegada del ex gobernador a la Primera Magistratura se dio enmedio de una enorme controversia electoral.
Los hasta entonces derrotados exigían el conteo de todos los votos, mientras los ganadores matemáticos pedían lo contrario.
La película que vivieron los Estados Unidos en el 2000, dicen, se parece a lo que ocurre en la actualidad en México. Y tienen razón.
El estado de la Florida, gobernado por el hermano (¿incómodo o comodín?) de George W. Bush, de nombre Jeb, decidió al final que la contienda presidencial de noviembre del 2000 se la llevaba el ex-mandatario texano, un alcohólico regenerado quien encontró en Dios la luz y éste le aseguró que sería líder de su País. Conste, la victoria Republicana no se dio por la vía electoral, sino la legal.
Fueron múltiples batallas legales y políticas las que vivieron más de un mes tanto Demócratas como Republicanos a fin de dar con el vencedor en las primeras elecciones presidenciales de este milenio.
Albert Gore, vicepresidente de los Estados Unidos, perdió la elección en el 2000 por el sistema de colegio electoral que prevalece desde hace mucho tiempo, gracias al cual los estados más pequeños de la Unión Americana tienen cierto peso en la decisión de todo el País.
El vicepresidente durante el gobierno de Bill Clinton obtuvo 500 mil votos más que Bush, pero en la Suprema Corte su petición legal sufrió un revés final con el voto 5-4 de los jueces.
Contrario a lo ocurrido en la elección mexicana, en lugar de recibir el apoyo total del mandatario, Gore intentó alejarse de Clinton y su gobierno, ya que se le identificaba por estar a la sombra del mismo presidente.
Por ello, el candidato presidencial Gore eligió al Senador Demócrata, Joe Lieberman, de origen judío, como su compañero de fórmula en la vicepresidencia.
Además, como ya se ha expuesto antes, los gobiernos norteamericanos tienen prohibido utilizar los recursos públicos para hacerse propaganda, por lo que Clinton se vió imposibilitado a llamar a los estadounidenses a seguir por su camino.
La única historia de manipulación presidencial sobre Gore data de 1970, cuando el entonces estudiante universitario fue a combatir Vietnam por unos meses, a fin de que Richard Nixon, oponente del padre de Al Gore al Senado, no pudiera utilizar a su hijo como arma propagandística.
En la reeelección de 1996, Gore fue duramente criticado por haber aceptado donativos extranjeros para la campaña Clinton-Gore. El entonces vicepresidente se destacaba como un hombre recto y de manos limpias. Sin embargo, la dupla presidencial logró quedarse en la Casa Blanca otros cuatro años.
El 7 de noviembre del 2000, Gore ganó en 19 estados, de los más poblados del País, pero perdió en su natal Tennessee y algunos bastiones Demócratas como Virginia Occidental. Por la noche, llamó a Bush para concederle la victoria, como es la costumbre. Horas después se retractó al saber lo cerrado de los resultados.
Los norteamericanos esperaban con ansia el conteo de Florida, cuyos 25 votos en el colegio electoral habrían de definir quién regiría los destinos del País.
Los Demócratas exigieron entonces, igual que Andrés Manuel López Obrador ahora, el conteo manual de cada voto emitido durante la jornada electoral.
La secretaria de estado de Florida, Katherine Harris, aceptó, pero puso como condición la fecha límite del 14 de noviembre para que los condados aportaran las cifras finales de la elección. Siete días eran pocos para lograr el objetivo.
Los Demócratas lograron una extensión del tiempo de la corte: el 21 de noviembre la Corte Suprema del Estado pidió le recuento manual, pero con sólo cinco días.
El equipo legal de Bush apeló el caso ante la Corte Suprema de los Estados Unidos. Un total de 500 votos le dieron la victoria momentánea a Bush, pero Gore apeló el fallo judicial.
Demandas y contrademandas, apelaciones y contraapelaciones siguieron de uno y otro bando, hasta que el 13 de diciembre, Gore concedió finalmente la victoria ante el fallo de la corte para declarar inconstitucional el conteo manual.
El entonces vicepresidente no estuvo de acuerdo, pero decidió que “por la unidad del pueblo y la fortaleza de la democracia”, se declaraba perdedor. Fue una autoinmolación por la patria.
Pero no fue sino hasta que vió prácticamente la derrota en sus manos que decidió no continuar.
Los resultados llevaron a una reforma electoral en todo el País. Desde su salida de la Casa Blanca, Gore se ha dedicado a criticar en ocasiones las medidas adoptadas por Bush en torno al conflicto en Irak y el medio ambiente.
En diciembre del 2002, anunció que no iría por la candidatura presidencial para el 2004, a pesar de ser el candidato natural. Gracias al apoyo de algunso seguidores, fue inscrito en las elecciones y ganó algunos votos en Nueva Hampshire y Nuevo México. Hoy se le apunta como uno de los principales precandidatos a la presidencia para el 2008, aunque la ventaja de la Senadora, Hillary Clinton es abrumador.
Este escenario, ocurrido hace un sexenio en los Estados Unidos, se repetirá en México. Las noticias son más que obvias.
Lo único en que no se asemejan es la intervención del Presidente, Vicente Fox, lo que le dio a la elección mexicana el ingrediente de parcialidad e inequidad que tanto critican los coalicionistas.

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