Me lo platicó un taxista: con el incremento en los precios de la gasolina, apenas si saca para llevar a su casa dinero suficiente para el gasto diario. El resto de las responsabilidades financieras las comparte con su mujer, por ello no han quedado al borde de la bancarrota, aunque sí muy cerca de empezar a endeudarse tanto como para pensar en quedarse en la calle. Ganando miles de dólares cada mes como los funcionarios gubernamentales, pienso yo, no se da uno cuenta de la realidad de las cosas. El probe taxista dice preferir quedarse al frente del volante en el taxi de la línea amarilla por el que circula en las calles de El Centro y esperar las propinas de sus clientes, a retornar a su labor en el campo local. El precio en Caléxico de la gasolina llegó ya a los 3.49 dólares por galón. Esto es, algo así como 10 pesos con 30 centavos por litro. Igual sufren los taxistas mexicalenses, de ahí su inconformidad, ya que los precios los establece el gobierno, y no el libre mercado como en Estados Unidos. Afortunadamente, los precios en Mexicali no siguieron la espiral alcista de los de este lado de la frontera. La Secretaría de Hacienda terminó con la inflación artificial en el sector de los combustibles cachanillas la semana anterior, luego de la presión de los taxistas ante el bloqueo del Puerto Fronterizo Mexicali I, como oficialmente se le conoce. Por el contrario, recetó por orden de Vicente Fox una reducción del 6 por ciento. Limosnas burocráticas, solamente, ya que el precio se ha encarecido 40 por ciento en los primeros cuatro meses del año. Preparados en las mejores universidades del mundo, los estúpidos (sí, estúpidos) ‘cerebros’ de la oficina federal recaudadora de impuestos, creen que si la gasolina permanece a bajo costo, los norteamericanos cruzarán la línea fronteriza para “robarse” el combustible barato que se expenda en las gasolinerías mexicanas. Están como el cuento del humilde comerciante de artesanías, a quien un turista le ofreció comprar toda su mercancía en efectivo y de una tajada. “¿Y luego qué voy a vender?”, contestó el mercader. A decir verdad, dudo mucho que se dé un ingreso masivo de norteamericanos para adquirir el combustible mexicano por diversos motivos: las largas filas, la inseguridad en México, la calidad del mismo, etcétera. Creo, sí, que habrá quienes aprovechen la ventaja que ofrece un precio menor de la gasolina, pero en su mayoría, serán los mismos estadounidenses de origen mexicano, estos a quienes el gobierno foxista califica como “héroes”. Un precio homologado de la gasolina con el resto del País estimularía la economía local, ya que estos consumidores norteamericanos comprarían otros productos en comercios locales y hasta acudirían a los restaurantes y otros centros de diversión, tan necesarios como inexistentes en el Valle Imperial. Pero no. Un orgullo nacional malentendido por las autoridades hacendarias llevó al enojo de la comunidad cachanilla y de los choferes en particular. Muchos de ellos, apenas si sacan 120 pesos para subsistir, ya que deben pagar por la renta de las placas (cuyos concesionarios forman una mafia intocable para los gobiernos municipales, del color que sean), además de los gastos del vehículo y, sobre todo, la gasolina indispensable para cumplirle al cliente día con día. Siendo uno de los gobernadores mejor pagados del País, quiero pensar que a Don Eugenio Elorduy y Walther no le preocupa mucho que suban los precios del combustible. Y menos si se toma en cuenta la hermosa colección de automóviles de lujo que posee en su residencia del condado de San Diego, California. El asunto de las gasolinas representa apenas la punta del iceberg en la relación de Baja California con la federación. En la capital cachanilla se pagan, además, los precios más caros de la energía eléctrica y del gas doméstico; se cuenta con una delegación del Seguro Social superavitaria, la cual comparte los ingresos con otras delegaciones estatales por el principio de ‘solidaridad’ de la institución federal, encargada de cuidar la salud de los obreros de la nación. Nos asignan desde el centro el salario mínimo más alto del País, apenas unos centavos por encima de las otras dos regiones. Para rematar, en Baja California se recibe cada día una gran cantidad de migrantes que buscan cruzar al otro lado para alcanzar el sueño americano. La gran mayoría se quedan en la peninsular entidad. Por eso las escuelas no son suficientes, y menos los recursos públicos para su mantenimiento. Tampoco hay para construir nuevas escuelas, calles, banquetas, vivienda popular, y un sinfín de etcéteras. Creen que por vivir a un lado del estado más rico de Estados Unidos (pero del condado más pobre en ese mismo estado), la riqueza de los vecinos cae como cascada sobre nuestras cabezas; de ahí que nos consideren privilegiados. Pero la realidad está muy lejos de ser igual a lo que imagina el gobierno ‘chilango’.La verdad, ya va siendo hora de que alguien piense en los beneficios que podría traernos la independencia de la República de Baja California, ya que hemos probado ser autosuficientes en muchos aspectos, además de la enorme diferencia que tenemos con el resto de los mexicanos. |
Blog dedicado al análisis de información y comparación de asuntos fronterizos entre México y Estados Unidos.
Friday, November 03, 2006
GASOLINA
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