Anoche un ángel me besó. Desde lo alto una Diosa visitó mi hogar. Su cuerpo delgado fue mi paraíso terrenal. Nos sumergimos en el bosque urbano. Donde lo ojos del mundo se tornan ciegos. Donde las voces mudas callan nuestro encuentro. Sus labios me invitaron a un banquete de placer, terminé gozándola. Con su mano borró toda huella de hastío. Su palabra consumió el llanto interno. Ella hermosa. Yo ardiendo. Llevé su cuerpo y su alma a las orillas de nuestro mar. Las olas candentes nos llevaron cerca de la lujuria. Cometimos pecado de amor débil la carne fusionamos el alma. Huyó la mente y el cuerpo se sumió en la hondura del gozo. Su aire intenté beber y en su pecho me atoré. Uñas traviesas manos enteras en mi espalda dibujaron una llama viva, renació la pasión. Sus piernas me indicaron el camino a seguir. Su respiración me dijo que ella se estremecía. La supe mía. La sentí húmeda. En un momento ella todo dominó. Sobre mi cuerpo su estampa delineó, esa zona que la excita entre besos y caricias, por siempre su rastro dejó. Y aunque el reloj verdugo convocaba al adiós su ser entero deseaba no volver a su lugar en el cielo. El olor de su piel tibia, tersa, con su perfume tocó mi profunda esencia. Delicada su piel froté una vez más nos sentimos. Con engaños logré llegar a la cima, pude ver lo que ella tímidamente escondía. No pude consumar mi osadía, con alegría en el iris sonrió. Sus labios se acercaron una y otra vez. Aún no me dejaba y ya extrañaba el elixir de su cuerpo. En el regazo de mi pecho sus ojos escondió. Al decir adiós su figura desapareció. En el lecho por su beso impregnado me encontraba su calor terminó por ser recuerdo. Sólo ruego que así sea y algún día cosumar lo que trunco anoche quedó. |
Blog dedicado al análisis de información y comparación de asuntos fronterizos entre México y Estados Unidos.
Friday, November 03, 2006
MIA
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