“La venganza nunca es buena, mata el alma y la envenena”, de esta forma instaba el personaje de El Chavo del Ocho a sus compañeros de la vecindad para que no tomaran acciones represivas por cualquier incidente que hubiera ocurrido en la serie televisiva de mayor éxito en la historia mexicana. Al parecer, el Gobernador de Baja California, el estadunidense de nacimiento y mexicano por naturalización Eugenio Elorduy Walther, nunca vió esta serie famosa. Y, por ir en contra de la máxima pacifista de Roberto Gómez Bolaños, prácticamente “se le chispotió” el mandatario. Pero el primer coscorrón vino de este lado de la frontera. No hace muchas semanas, la Secretaría de Estado lanzó una advertencia a sus connacionales por la incidencia delictiva en la frontera con México, así como una especie de contubernio de criminales con autoridades judiciales por no combatir el crimen adecuadamente. “Pi, pi, pi, pi, pi”, parecieron llorar los funcionarios federales por esta violación a la soberanía mexicana y el lanzamiento de esta nueva crítica. Con el fin de esconder la paja propia, tuvo el Presidente Vicente Fox que venir el 31 de enero al poblado de Los Algodones, plagado de drogueros, para decir que no había problema alguno con la inseguridad. “He decidido dar una vuelta, venir a supervisar, venir a escuchar directamente de nuestros visitantes, cómo son atendidos, cómo gozan de esta seguridad y tranquilidad que tenemos en estas ciudades fronterizas”, declaró el primer panista del País. “Reconocemos hoy una gran relación, una gran amistad de pueblo a pueblo que, precisamente, se da en la frontera. Pero, a la vez, también es una frontera sumamente activa, una frontera de gran intensidad en comercio, de gran intensidad en cruce de personas y, por esto, también queremos asegurar que se dé la rapidez, que se dé el servicio, que se dé la atención que todos nuestros visitantes merecen”, agregó. Como mal católico, Elorduy no perdonó las 70 veces 7 que Jesucristo ordenó a sus seguidores hacer con aquellos que nos ofenden. El mandatario estatal lanzó una advertencia a sus conciudadanos para que tengan cuidado cuando crucen la frontera y visiten ciudades como San Diego y Los Angeles. Tanto el gobernador como sus secuaces en el gabinete de seguridad, aseguraron que los altos índices de criminalidad pueden causar estragos entre los bajacalifornianos, principalmente por homicidio y robo de automóviles. Sin embargo, todo apunta a que los cachanillas harán exactamente el mismo caso a su gobernador que el que hicieran los ‘pájaros de la nieve’ a su presidente. De acuerdo a una encuesta del diario La Crónica, casi tres de cada cinco personas ignorarán la alerta y seguirán cruzando, ya sea para adquirir los productos de calidad y bajo precio que no encuentran en territorio azteca, o bien para trabajar en empleos mucho mejor remunerados que los ofrecidos en Baja California. Desafortunadamente para las autoridades californianas, Elorduy y su equipo tienen razón: el robo de automóviles aumentó 0.2 por ciento y el de homicidios 3.8 por ciento en las 79 zonas metropolitanas más grandes del estado y durante los primeros nueve meses del 2004. Este es un comparativo con el mismo período del 2003. Lo que no dicen las autoridades del “Gran Estado”, es que los crímenes violentos cayeron 5.3 por ciento entre enero y septiembre del 2004 y del 2003. De hecho, estadísticas del Reporte Anual de Crímenes de la Oficina Federal de Investigaciones, muestran que en el 2003 hubo 579.3 delitos en California por cada 100 mil habitantes. Datos y cifras se pueden localizar fácilmente por la carretera de la información, tanto en sitios oficiales como especializados en crimen. Una más, http://www.disastercenter.com/crime/cacrime.htm, da a conocer más datos sobre la situación criminal en California. También el Centro de Estadísticas en Justicia Criminal del Departamento de Justicia de California hacen lo mismo. Al intentar hacer lo mismo con la página www.pgjebc.gob.mx, de la Procuraduría General de Justicia de Baja California, poco se puede lograr. En la página de la Secretaría federal de Seguridad Pública sí aparecen algunas cifras sobre la incidencia criminal por cada estado. En el 2003, de acuerdo a la SSPF, hubo 37.22 posibles hechos delictivos por cada mil habitantes bajacalifornianos. Al multiplicar esta cantidad por 100, para obtener la tasa por cada 100 mil habitantes, tenemos una incidencia de 3 mil 722. Esto representa unas seis veces el índice californiano. Además, el crimen bajacaliforniano representa casi tres veces la incidencia delicitiva promedio a nivel nacional, que en el 2003 alcanzó el 14.57 por cada mil personas. Aunque es de reconocer que las cifras muestran una caída considerable: 46.49 en 2000, 43.82 en 2001 y 40.14 en 2002. Por todo esto, antes de pedir a los ciudadanos bajacalifornianos que no se junten con la chusma de la dorada entidad, el mandatario cachanilla habría de ver primero la paja en su propio ojo, antes que el ajeno. Tampoco asustarse con la Bruja de los Estados Unidos. Ahora que, si la intención era hacer sentir que la delincuencia es un mal de muchos, ya no podremos encomendarnos a un Chapulín Colorado para que nos ayude. Como bofetada con guante blanco, el vicegobernador, Cruz Bustamante firmó un convenio con el Alcalde de Tijuana, Jorge Hank, sobre temas de desarrollo económico. |
Blog dedicado al análisis de información y comparación de asuntos fronterizos entre México y Estados Unidos.
Friday, November 03, 2006
LA VENGANZA
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