El asesinato del corresponsal de la cadena Televisa en Acapulco, Amado Ramírez, es un signo claro de lo riesgoso que representa ser periodista en México.
De tres balazos falleció el veterano reportero en el centro de Acapulco.
Ramírez Dillanes ya había sido amenazado con antelación, y debido a nuevas intimidaciones contra su compañero, Misael Habana, del programa ‘Al Tanto’ de Radiorama Acapulco, se decidió cancelar el proyecto.
La oleada sangrienta no sólo afecta al puerto más visitado por los mexicanos, sino a todo el País.
Durante el sexenio de Vicente Fox fueron asesinados 16 periodistas, cantidad sin precedentes en la historia del País.
Organizaciones periodísticas a nivel nacional y mundial han denunciado el lamentable homicidio de Ramírez Dillanes, la más significativa ha sido Reporteros Sin Fronteras, con sede en París, Francia.
Esta organización ha puesto el dedo en la llaga con sus reportes sobre la situación que vive el periodismo en todo el orbe cada año.
Ante las particularidades que presenta el periodismo mexicano, la organización realizó una investigación de campo en Tijuana, Nuevo Laredo y la Ciudad de México, para hablar directamente con los reporteros.
Entre la sociedad mexicana había muchas esperanas en el gobierno del cambio, que no fue tal.
Diversas libertades, entre ellas la de expresión y de prensa, consagradas en la Constitución, se vieron resquebrajadas con la llegada de Fox al poder.
Como nunca, la criminalidad aumentó y se expandió a lugares tradicionalmente tranquilos.
Narcotráfico, secuestros y asesinatos estuvieron a la orden del dia durante los seis años del foxismo.
Desafortunadamente, tal parece que el calderonismo seguirá la misma tendencia, e incluso podría empeorar.
RSF aseguró en su reporte sobre la situación mexicana que prevalecen las graves disfunciones del sistema de seguridad y justicia del País, que no afecta exclusivamente a los reporteros, sino a la población en general.
El enemigo invisible, como fue catalogado por los reporteros mexicanos, es también atemporal e inodoro, pero amenaza la vida misma del quienes se encargan de abrirle los ojos a la sociedad.
Lo peor es que desde el gobierno se ha hecho una mella más profunda.
Juan de Dios Castro, Subprocurador de Derechos Humanos de la PGR, limitó la estructura de la Fiscalía Especializada en Delitos contra Periodistas, creada a principios del 2006.
En los primeros nueve meses de vida de esta fiscalía, se recibieron 108 denuncias de amenazas y maltratos contra reporteros mexicanos.
Ante la falta de apoyo oficial, el ex fiscal David Vega Vera prefirió renunciar al cargo.
En los archivos gubernamentales siguen estancados varios casos.
Han pasado ya dos años sin saber del paredero de Alfredo Jiménez Mota, del diario El Omparcial de Hermosillo.
Se dice que las autoridades estatales de Sonora están relacionadas con la desaparición del joven reportero, quien cubría la fuente policíaca. Hasta hoy, el gobierno de Eduardo Bours ha hecho poco por esclarecer el caso.
Tampoco han sido encontrados los asesinos del editor de Zeta, Francisco Javier Franco, ni quiénes ordenaron el asesinato de Héctor ‘El Gato’ Félix Miranda, ocurrido en 1980.
Ante esta situación, podemos decir que en México, existen pocos espacios para una verdadera libertad de expresión. Y cualquier intento por hacer bien la ‘chamba’, conlleva un enorme riesgo.
Los representantes populares se pronuncian hoy rechazando de manera tajante los lamentables acontecimientos, pero es gracias a su ineficacia y su falta de presión hacia las autoridades (incluso dentro de sus mismos partidos políticos), que la situación prácticamemnte se ha vuelto caótica en México.
La PGR anunció la detención de dos sospechosos del asesinato del reportero acapulqueño.
Sin embargo, eso no le devuelve la vida a Amado Ramírez, ni la paz o la resignación a su familia, como tampoco permite que haya tranquilidad entre los reporteros mexicanos.
Es hora que los gobiernos federal, estatales y municipales ejerzan sus facultades para traer seguridad al País, particularmente a los periodistas, quienes incansablemente luchan a contracorriente por informar a la población, como es su deber.