
Hace algunos meses, Chauncey Bailey estaba feliz.
Luego de varios años dentro de la actividad periodística, tanto en canales de televisión por cable como en radio y en las oficinas del diario The Oakland Tribune, recibió una oferta de empleo.
Los directivos del semanario Oakland Post le ofrecieron ser el editor del rotativo.
Por desarrollo profesional y un mejor ingreso, aceptó la oferta.
Dicen quienes lo conocieron de cerca que Bailey estaba sumamente contento.
Tenía varias ideas para mejorar el contenido de la publicación semanal y por supuesto, su circulación.
Era un buen periodista, quien se metía a fondo en los temas que abordaba.
También era un hombre altruista y preocupado por mejorar las condiciones de vida de sus hermanos afroamericanos.
El sueño del periodista de 57 años de edad se vio truncado la mañana del jueves 2 de agosto.
Caminaba por el centro de la ciudad, en aparente dirección al restaurant de comida rápida donde todas las mañanas almorzaba antes de ir a la redacción del Post.
Estaba prácticamente a unos pasos de la Corte de Justicia del Condado de la ciudad.
De repente, un hombre encapuchado y vestido de negro se le acercó para dispararle primero en la espalda, luego en la cabeza.
El periodista cayó herido de muerte y sucumbió a las balas que impactaron su cuerpo.
La noticia corrió como reguero de pólvora en la ciudad y el estado de California.
Las lágrimas de sus colaboradores y familiares no dejaban de cesar.
La policía sospechó de un grupo presuntamente delictivo. Se ofrecieron 10 mil dólares a quien proporcionara información que diera con el paradero de los responsables de este crimen.
Al día siguiente, un grupo armado especial de la policía de Oakland acudió a la panadería ‘Your Black Muslim Bakery’, o de los Negros Musulmanes.
Varios propietarios y empleados del lugar fueron asegurados.
En un principio, la policía descartó relación alguna entre el asesinato de Bailey y la redada.
Sin embargo, poco a poco se estableció el vínculo entre unos y otro.
El periodista se encontraba investigando las actividades de los ahora propietarios de la panadería, que fuera administrada por Yusuf Bey, también promotor de la mejora en las vidas de sus vecinos, pero que fuera acusado por violación sexual.
Bey no alcanzó a ser sentenciado, ya que el cáncer le arrebató la vida antes de ir ante el juez.
Sus herederos empezaron a dedicarse a otras actividades no muy claras.
Tres de los hijos de Bey fueron asesinados tras la muerte del padre.
Entre los arrestados durante la redada policíaca se encuentra Yusuf Bey IV, a quien las autoridades acusan de asesinato, secuestro y tortura.
Todo parece indicar que Bey IV es el autor intelectual de la muerte de Bailey.
Las autoridades policíacas informaron que Devaughndre Broussard, de 19 años de edad, es el asesino confeso del periodista, quien además cometió otros crímenes en el área de San Francisco. Según el testimonio de Broussard, éste le arrebató la vida a Bailey por haber difamado a los propietarios de la panadería.
El crimen, de acuerdo a los datos, fue premeditado y cometido a plena luz del día.
Los detenidos se encuentran recluidos en la cárcel sin derecho a fianza, donde podrían pasar el resto de sus vidas en caso de ser hallados culpables.
El asesinato de Bailey no ha sido el único ocurrido en la ciudad. Por ello, el Alcalde de Oakland, Ron Dellums, solicitó la ayuda del Gobernador, Arnold Schwarzenegger, para combatir a las pandillas que se están apoderando de la ciudad.
En respuesta, el mandatario envió un contingente adicional de oficiales de la Patrulla de Caminos de California, a fin de apoyar las tareas de las corporaciones policíacas locales.
Respecto al asesinato de Bailey, la organización internacional, Reporteros Sin Fronteras, denunció el caso y externó su pésame a la familia del periodista.
Luego continuó: “Con él, la prensa californiana pierde a un reconocido periodista, y la comunidad negra local a uno de su más activos representantes”.
Después vino la exigencia de los reporteros internacionales: “Esperamos que la investigación permita establecer rápidamente la verdad y castigar a los culpables”.
Todo parece indicar que su deseo será cumplido por la justicia californiana.
Desde hace 19 años, esta ha sido la demanda del Semanario Zeta, tras el asesinato de Héctor Félix Miranda.
El autor material, Antonio Vera Palestina (como cada semana lo recuerda el rotativo), guardaespaldas entonces de Jorge Hank, está encerrado y sentenciado.
Desde el crimen de ‘El Gato’ Félix, seis gobernadores ha tenido Baja California. Ninguno ha dado o no ha querido dar con el autor intelectual.
Mientras, la inseguridad en Tijuana sigue hacia arriba, sin que los gobiernos federal, estatal y municipal, se pongan de acuerdo y trabajen unidos para combatir el problema, como ocurre con Schwarzenegger y Dellums.
En unos meses, la columna ‘Un Poco de Algo’ del semanario tijuanense cambiará su redacción, para cuestionarle al futuro gobernador, José Osuna Millán, si podrá detener a quienes ordenaron su crimen.
Dudo que Osuna Millán vaya a reabrir el caso y dar con el cerebro orquestador de la muerte del periodista tijuanense, ¿o sí?
Luego de varios años dentro de la actividad periodística, tanto en canales de televisión por cable como en radio y en las oficinas del diario The Oakland Tribune, recibió una oferta de empleo.
Los directivos del semanario Oakland Post le ofrecieron ser el editor del rotativo.
Por desarrollo profesional y un mejor ingreso, aceptó la oferta.
Dicen quienes lo conocieron de cerca que Bailey estaba sumamente contento.
Tenía varias ideas para mejorar el contenido de la publicación semanal y por supuesto, su circulación.
Era un buen periodista, quien se metía a fondo en los temas que abordaba.
También era un hombre altruista y preocupado por mejorar las condiciones de vida de sus hermanos afroamericanos.
El sueño del periodista de 57 años de edad se vio truncado la mañana del jueves 2 de agosto.
Caminaba por el centro de la ciudad, en aparente dirección al restaurant de comida rápida donde todas las mañanas almorzaba antes de ir a la redacción del Post.
Estaba prácticamente a unos pasos de la Corte de Justicia del Condado de la ciudad.
De repente, un hombre encapuchado y vestido de negro se le acercó para dispararle primero en la espalda, luego en la cabeza.
El periodista cayó herido de muerte y sucumbió a las balas que impactaron su cuerpo.
La noticia corrió como reguero de pólvora en la ciudad y el estado de California.
Las lágrimas de sus colaboradores y familiares no dejaban de cesar.
La policía sospechó de un grupo presuntamente delictivo. Se ofrecieron 10 mil dólares a quien proporcionara información que diera con el paradero de los responsables de este crimen.
Al día siguiente, un grupo armado especial de la policía de Oakland acudió a la panadería ‘Your Black Muslim Bakery’, o de los Negros Musulmanes.
Varios propietarios y empleados del lugar fueron asegurados.
En un principio, la policía descartó relación alguna entre el asesinato de Bailey y la redada.
Sin embargo, poco a poco se estableció el vínculo entre unos y otro.
El periodista se encontraba investigando las actividades de los ahora propietarios de la panadería, que fuera administrada por Yusuf Bey, también promotor de la mejora en las vidas de sus vecinos, pero que fuera acusado por violación sexual.
Bey no alcanzó a ser sentenciado, ya que el cáncer le arrebató la vida antes de ir ante el juez.
Sus herederos empezaron a dedicarse a otras actividades no muy claras.
Tres de los hijos de Bey fueron asesinados tras la muerte del padre.
Entre los arrestados durante la redada policíaca se encuentra Yusuf Bey IV, a quien las autoridades acusan de asesinato, secuestro y tortura.
Todo parece indicar que Bey IV es el autor intelectual de la muerte de Bailey.
Las autoridades policíacas informaron que Devaughndre Broussard, de 19 años de edad, es el asesino confeso del periodista, quien además cometió otros crímenes en el área de San Francisco. Según el testimonio de Broussard, éste le arrebató la vida a Bailey por haber difamado a los propietarios de la panadería.
El crimen, de acuerdo a los datos, fue premeditado y cometido a plena luz del día.
Los detenidos se encuentran recluidos en la cárcel sin derecho a fianza, donde podrían pasar el resto de sus vidas en caso de ser hallados culpables.
El asesinato de Bailey no ha sido el único ocurrido en la ciudad. Por ello, el Alcalde de Oakland, Ron Dellums, solicitó la ayuda del Gobernador, Arnold Schwarzenegger, para combatir a las pandillas que se están apoderando de la ciudad.
En respuesta, el mandatario envió un contingente adicional de oficiales de la Patrulla de Caminos de California, a fin de apoyar las tareas de las corporaciones policíacas locales.
Respecto al asesinato de Bailey, la organización internacional, Reporteros Sin Fronteras, denunció el caso y externó su pésame a la familia del periodista.
Luego continuó: “Con él, la prensa californiana pierde a un reconocido periodista, y la comunidad negra local a uno de su más activos representantes”.
Después vino la exigencia de los reporteros internacionales: “Esperamos que la investigación permita establecer rápidamente la verdad y castigar a los culpables”.
Todo parece indicar que su deseo será cumplido por la justicia californiana.
Desde hace 19 años, esta ha sido la demanda del Semanario Zeta, tras el asesinato de Héctor Félix Miranda.
El autor material, Antonio Vera Palestina (como cada semana lo recuerda el rotativo), guardaespaldas entonces de Jorge Hank, está encerrado y sentenciado.
Desde el crimen de ‘El Gato’ Félix, seis gobernadores ha tenido Baja California. Ninguno ha dado o no ha querido dar con el autor intelectual.
Mientras, la inseguridad en Tijuana sigue hacia arriba, sin que los gobiernos federal, estatal y municipal, se pongan de acuerdo y trabajen unidos para combatir el problema, como ocurre con Schwarzenegger y Dellums.
En unos meses, la columna ‘Un Poco de Algo’ del semanario tijuanense cambiará su redacción, para cuestionarle al futuro gobernador, José Osuna Millán, si podrá detener a quienes ordenaron su crimen.
Dudo que Osuna Millán vaya a reabrir el caso y dar con el cerebro orquestador de la muerte del periodista tijuanense, ¿o sí?