Thursday, December 06, 2007

Rodolfax contra Sam Bigotes


El recién estrenado Alcalde de Mexicali, Rodolfo Valdez Gutiérrez, odia a Sam Bigotes, y no es precisamente porque tenga el mostachón más largo.
El edil espera que los mexicalenses no emulen al personaje, portando armas por toda la ciudad.
Así lo dejó claro en días recientes, cuando respondió al llamado del diputado del PRI, Enrique Acosta, quien aseguró que en su propio domicilio cuenta con un arma para defender sus pertenencias.
Sam Bigotes, bautizado en inglés como Yosemite Sam, fue creado en base al carácter del productor, Friz Freleng, un afamado productor caricaturista del siglo pasado.
Su némesis, el Conejo Buggs Bunny, siempre encontró la manera de irritar aún más la iracunda personalidad de Sam Bigotes, logrando en cada ocasión vencerlo.
Pero los mexicalenses en particular y los bajacalifornianos en general se han visto imposibilitados para vencer a sus enemigos en la llamada Guerra contra el Narcotráfico y la Delincuencia.
Dice Valdez que los mexicanos no estamos en estado de guerra, pero el mismo Presidente, Felipe Calderón, Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, ha convocado a los mexicanos a combatir a los criminales.
Incluso, el mandatario se atrevió a portar el uniforme militar el año anterior, cuando arrancó el Operativo Michoacán.
Volviendo al asunto del personaje de caricatura, el hecho de que (culturalmente) porte armas en las series norteamericanas se debe a lo que establece la Segunda Enmienda Constitucional: el derecho de todo ciudadano a llevarlas consigo.
Este derecho se originó en Inglaterra, en el Siglo 12, durante el reinado de Enrique Segundo, quien obligó a todos los hombres a llevar armas para su defensa pública.
Al siguiente siglo, Enrique Tercero estableció que los hombres entre 15 y 50 años debían llevar entre sus pertenencias un arma distinta a un cuchillo, debido a que no había fuerza policíaca oficial, lo que ocurrió hasta 1829.
Con el paso de los años, el Parlamento reglamentó la portación de armas en Inglaterra, al grado de que para 1671 fue tan restrictivo, que solamente los muy ricos podían llevarlas.
Luego de un largo debate entre Federalistas y Antifederalistas, los congresistas de la Primera Legislatura de Estados Unidos plasmaron en la Constitución la Segunda Enmienda, con la cual se autorizaba la creación de un ejército federal y la portación de armas a los ciudadanos.
Este derecho ha sido limitado con el paso del tiempo y con la llegada de nuevas circunstancias.
En 1934, el entonces Presidente, Franklin Roosevelt (quien acababa de sufrir un intento de asesinato), firmó el Acta Nacional de Armas de Fuego, a fin de sacar de las calles las armas automáticas, utilizadas por la mafia que traficaba con las bebidas alcohólicas en la época de la prohibición.
Pero la ley no tuvo mayor efecto: lo que en realidad terminó con el intercambio de plomo entre los traficantes fue la aprobación de la Enmienda 21, la cual a su vez dio fin a la Enmienda 18, que establecía al prohibición de producir, vender y consumir alcohol.
Desde entonces, han sido aprobadas otras leyes, con las cuales se ha establecido un mejor control para el comercio de las armas de fuego.
En México, el Artículo 10 de la Constitución federal permite la portación de armas de fuego, que a su vez regula la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos.
De acuerdo al texto constitucional y legal, los habitantes tienen el derecho de poseer armas en sus domicilos para su seguridad y legítima defensa, a excepción de aquellas reservadas para el uso del Ejército y las Fuerzas Armadas (que rebasen el calibre 9 milímetros o el .380, salvo el súper o el comando).
Claro, hay que cumplir con ciertos requisitos, como el presentar un registro ante la Secretaría de la Defensa Nacional, tener modo honesto de vivir, haber cumplido con el Servicio Militar Nacional, no tener impedimento físico o mental para manejar armas, no haber sido condenado por delitos relacionados con las armas, ni consumir drogas o enervantes.
La cuota por el permiso anda por los mil 500 pesos.
Usted sencillamente llega a la Zona Militar con el arma descargada (ya sea en funda o envuelta), una identificación, un comprobante de domicilio y del pago, estampa su firma y la huella digital en la solicitud, y listo.
Eso sí, está prohibido para los particulares estar armados en reuniones públicas, sobre todo donde haya discusión de temas controversiales.
Los ciudadanos pueden adquirir y tener hasta 500 cartuchos calibre .22, mil de escopeta, o 200 de las otras armas permitidas.
Me queda claro que tanto el Gobernador Osuna Millán, como el Alcalde Valdez Gutiérrez, desean que usted no haga caso a lo que dice la constitución.
¿Qué no se supone que nadie puede estar por encima de las leyes?
En fin.
Una de las justificantes para solicitar un permiso de portación de armas es el que haya circunstancias especiales en el lugar donde se viva.
Creo que en Baja California esta condicionante se cumple a cabalidad.
Los robos y los asaltos, entre otros delitos, están a la orden del día, sin que haya agencia policíaca alguna que pueda impedirlo.
La incapacidad o la colusión de los policías con la delincuencia no deja otra, mas que estar armados para defendernos. Lo malo, es que las leyes penales establecen como legítima defensa el que usted haya sido atacado primero, y no como el ahora Secretario de Seguridad Pública de Tijuana, quien disparó antes de que lo intentaran secuestrar.
Dicen las autoridades militares que en 10 minutos usted puede obtener su registro, en caso de cumplir con todos los requistos.
Pero más allá de esto, se encuentra la dificultad de adquirir un arma.
Las leyes mexicanas permiten la importación de las armas de fuego, previo permiso militar.
Sin embargo, en Estados Unidos está prohibido adquirir armas, lo que obliga a un ciudadano mexicano a que su similar estadounidense la compre por él y la importe.
Y en territorio mexicano, ¿dónde se puede comprar el arma?
Hasta ahora, en Mexicali no sé exactamente donde pueda hacerlo.
Pero los pasos a seguir y la recomendación del legislador ya los tiene usted.
Yo creo que, ante las circunstancias, a los cachanillas no les queda de otra más que seguir los pasos de Sam Bigotes y ‘tirar bala’ cuando los delincuentes traten de asaltarlo.
Si confía y espera al 066, seguramente será demasiado tarde.