Wednesday, January 23, 2008

Racismo electoral y el voto útil


“No voy a votar por un negro”, es la afirmación que constantemente escucho de los ciudadanos americanos de origen latino cuando les pregunto por quién votarán en las primarias del 5 de diciembre. Eso, como sea que se quiera escuchar, es simple racismo.

No votar por Obama solamente por motivos raciales nos deja al descubierto que muchos latinos, que agriamente se quejaron en el pasado de la discriminación, ahora la practican.

¿Y sabe qué? Me da mucha pena. No por mí, sino por la misma comunidad a la que pertenezco.

Creo que este es el motivo por el cual tres de cada cinco hispanos en California votarán por la senadora neoyorkina.

Pero votar por Hillary Clinton, sin duda, se la pondrá facilita a los Republicanos para quedarse con la presidencia.

Le explico: en su juventud, la Senadora Clinton trabajó con el grupo radical afroamericano de las Panteras Negras.

También fue colaboradora de la empresa que más ha atacado al sindicalismo y representa lo más oscuro del capitalismo norteamericano: Wal Mart.

Es más, la ahora legisladora federal hasta trabajó en un despacho de abogados que trató de hacer negocios con el gobierno de Arkansas, liderado entonces por su marido.

Además, ella fue quien empujó la agenda izquierdista en la época de su esposo como Presidente para dar mayores facilidades al aborto, la erradicación de la religión, el feminisimo radical, el control de armas y el aumento de impuestos a los ingresos.Tampoco hay que olvidar que si Osama bin Laden sigue libre fue por la incapacidad el gobierno de Bill Clinton para apresarlo.

Esto ocurrió a pesar de que la mayoría del electorado se considera a sí mismo conservador, que predica una religión y que está a favor de la posesión de armas en el hogar, como lo establece la Constitución.

Tanto ella como su marido, quienes ahora buscan hacer la nueva Pareja Presidencial, son culpables del éxodo de millones de Demócratas al independentismo y hasta al mismo Partido Republicano.

Y es que es imposible olvidar aquella frase acuñada por Mr. Bill, cuando dijo que los americanos, de optar por él, tendrían dos Presidentes por el precio de uno.

Fue su pésima actuación la que llevó en 1994 a que los Republicanos recuperaran el control tanto del Senado como de la Cámara de Representantes por primera vez en cuatro décadas.

Si alguien ha probado su falta de éxito en el tema de la reforma a la salud es Hillary Clinton, a quien su marido le encomendó la puesta en marcha de un programa de cobertura universal, pero que organizaciones conservadoras la derrotaron.

Dice la aspirante a Presidenta estar a favor de una reforma migratoria integral. Bueno, quizá. Pero como a los Clinton les gusta actuar en par, cabe recordar aquí el caso Elián González, el balserito que el gobierno del Presidente Clinton hizo retornar a Cuba, a pesar del rechazo de la población.

Si el país progresó entre 1992 y 2000, fue gracias a las condiciones económicas del mundo y no totalmente al manejo del gobierno por el entonces presidente.

Lo más contradictorio de la campaña presidencial es que la Señora Clinton se dice en contra del libre comercio, cuando su marido firmó el Acuerdo de Libre Comercio de Norteamérica.

Pero la cosa no para aquí: el Comité de Campaña de Hillary Clinton, de acuerdo a registros de la Comisión Federal de Elecciones, ha recibido donativos de las organizaciones Stop Union Political Abuse y Republican Issues Committee, encabezadas por de Linda Chávez, la frustrada Secretaria de Trabajo de George W. Bush y quien laborara en el gobierno de Ronald Reagan.

Por el contrario, Barack Obama ayudó en la formación del Sindicato de Trabajadores Culinarios de Nevada.

Desde el Partido Republicano sus directivos sólo esperan tranquilamente la victoria de Clinton para echar a andar la maquinaria de destrucción de la aspirante.

A los conservadores les faltan solamente cuatro puntos de imagen negativa de la candidata, que fácilmente obtendrán entre los millones de indecisos y con excelentes campañas publicitarias denigrando la imagen de Clinton. Porque material tienen, y hasta de sobra.

La Senadora es una candidata camaleónica. Ya lo hizo anteriormente, cuando su marido fue acusado en la campaña de 1992 por haber sostenido relaciones extramaritales.

La entonces aspirante a Primera Dama salió a dar la cara y casi a exigir el voto a su esposo, por el sólo hecho de que ella estaba con él, a pesar de todo.

Sus lágrimas en el debate de New Hampshire es una nueva muestra de lo cambiante que puede ser la candidata presidencial: si la cuestionan por ser la esposa de quien és, hace ver como si atacaran a la abogada; y si le critican su falta de experiencia, entonces es como un golpe a la mujer.

Cuando dijo que había escuchado a los electores y encontrado su propia voz, en realidad quería hacernos resaltar su capacidad para convertirse en una mujer distinta para enamorar a los votantes, sin razonamientos ni argumentos, sino por el lado ‘romántico’ de la campaña.

Además, dejó en claro su debilidad y su incapacidad para enfrentar la dureza que representa la Presidencia de Estados Unidos.

Definitivamente, esta mujer se parece más a Martha Sahagún, la ex Primera Dama mexicana que pretendió quedar en lugar de su marido al frente del gobierno.

El maquiavelismo de ambas no tiene freno.

Sin duda, votar por Hillary Clinton es ponerle la Presidencia los Republicanos en charola de plata.