Thursday, February 21, 2008

Nada pasa


Desde la noche del viernes, cuando los residentes de esta parte del mundo nos estremecimos con el sismo de 5.4 grados, la tierra no nos deja de sacudir.
Ha sido tanto el bombardeo en medios de comunicación y los rumores esparcidos por vaya usted a saber por quién, que el lunes no pude dormir.
Me fui al sofá de mi casa a eso de las 11 de la noche. Antes, eché el garrafón con agua en mi carro, así como un montón de latas con atún y dejé lista algo de ropa en una bolsa.
El temblor de la madrugada del martes me despertó. No por miedo, sino porque mi cuerpo así me lo hace, no pude dormir sino hasta pasadas de las 2 de la mañana.
Al día siguiente, ya se imaginará. Igual que los lectores, acudí a trabajar sin ganas y con unas terribles ojeras.
La paranoia que penetró a toda la comunidad llegó como chubasco a mi casa, saliendo hasta la noche posterior.
Y eso que jamás he sentido miedo por los temblores, por más fuertes que hayan sido.
Recuerdo bien el de octubre del 79. Estaba yo bañándome para irme a dormir. Ante la temblorina, salí corriendo con toalla al estilo Juan Escutia y bajé las escaleras lo antes posible.
Después vino la vergüenza de tener que cambiarme de ropa dentro del carro de mi papá.
A pesar de que la oleada de sismos es “atípica”, como lo calificó el Alcalde de Mexicali, Rodolfo Valdez, la reacción de las autoridades en California ha sido sumamente distinta a la de sus colegas cachanillas.
Aquí, el Director de Bomberos, Fred Nippins, no ha decretado la alerta roja, como tampoco lo ha hecho el director estatal de la Oficina de Emergencias, Henry Rentería.
Y mucho menos el Gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, ha hecho gira por la región ante la ola de sismos.
Las autoridades californianas se han desistido a instalar el Centro de Emergencias por el fenómeno natural.
“No hace falta”, me respondió Nippins cuando se lo cuestioné.
Me dijo también que los Códigos de Construcción son mucho más rígidos en California que en México.
Y es que no es lo mismo dormir entre cuatro paredes de madera y rellenas con materiales ligeros, que hacerlo en un techo de block.
Tras los temblores, las actividades continuaron su rutina habitual.
El lunes, por haber sido día festivo, los estudiantes se encontraban en sus casas.
Para el día siguiente, aunque se presentó un relativo ausentismo, las escuelas volvieron a sus actividades normales.
Aquí no hubo cierre de planteles, ni de primaria, secundaria o universidad.
Eso no deja de mantener la preocupación de este lado del cerco fronterizo.
Los medios de comunicación también han hecho eco de lo que ha ocurrido y de las manifestaciones populares.
Tanto autoridades como organismos civiles tales como la Cruz Roja, se limitaron a enviar un mensaje de calma y un llamado a prepararse, como es debido, ante cualquier desastre natural.
Hay que tener linternas, radio, agua, comida enlatada, algo de dinero en efectivo y el tanque de gasolina a cuando menos la mitad.
Tanta pasividad oficial me causó tranquilidad.
Muchos colegas cachanillas han destacado la actitud de su alcalde y de su gobernador, así como el resto de los funcionarios públicos de primer nivel relacionados con la Protección Civil.
Incluso, algunos me señalaron que durmieron en estos días en un parque de sus colonias.
Creo que varios de ellos se vieron influenciados ante la ola de rumores que corrió desde las mismas oficinas de gobierno, en las que señalaban que la península estaba a punto de separarse del continente, ya que el ‘grande’ venía por fin.
En Mexicali se dejaron correr estos rumores, a pesar de su total falsedad.
No fue sino hasta los siguientes días que los expertos de la zona costa llegaron a la localidad para infundir la calma entre la población.
Los especialistas californianos desde un principio han expresado la bondad del enjambre de temblores, debido a la liberación paulatina de la energía del planeta.
Además, han enfatizado en que esta serie de temblores es normal para una zona que vive sobre la Falla de Imperial.
A mí me queda una duda: ¿acaso las autoridades bajacalifornianas sobrerreaccionaron al fenómeno?
¿Tendrán las negras intenciones de ocultar su incapacidad de gobernar, mostrándose “sobreprotectores” para que la población tenga la sensación de que sus autoridades están trabajando?
¿Acaso se trata de propagar una idea de trabajo arduo a fin de captar votos hacia el 2009?
Creo que, de ser así, la estrategia está funcionando, pues diariamente los funcionarios se han llevado las primeras columnas de los diarios locales y los principales espacios en las televisoras, opacando las pugnas en el PRI y el incumplimiento de las promesas de los 100 días de gobierno.