
Apenas el lunes 10, el New York Times dio a conocer la historia, aunque desde el viernes anterior a la publicación, el Gobernador de Nueva York, Eliot Spitzer, ya había sido contactado por las autoridades federales sobre el asunto.
El mandatario neoyorkino, conocido como el Alguacil de Wall Street (por sus investigaciones contra los negocios poco éticos de los especuladores), renunció tres días después, luego de saberse que había solicitado servicios de prostitución en el estado que gobernará hasta el mediodía del lunes 17, para su hotel en Washington.
Spitzer, Gobernador de Nueva York durante solo 13 meses, antes fue Procurador General del Estado. Es también Doctor en Derecho por la Universidad de Harvard.
Como fiscal del estado, el ahora identificado como ‘Cliente 9’ por la investigación federal, luchó contra las prácticas corruptas de funcionarios y empresarios.
De acuerdo a muchos en Nueva York, el mandatario estaba destinado a convertirse en el hombre que llevaría la ética de vuelta al estado.
Pero su llegada al cuarto 871 del mismo hotel donde Bill Clinton y Monica Lewinsky llegaron a verse hace más de una década, truncó su carrera política.
Incluso, Spitzer pudo ser el candidato presidencial del Partido Demócrata dentro de cuatro años, en caso de que los Republicanos permanecieran en la Casa Blanca.
En el camino del ‘Cliente 9’ se cruzó Ashley Dupré, una prostituta y bailarina de 22 años de edad, cuyos servicios cuestan mil dólares por hora.
Se dice que el mandatario neoyorkino gastó unos 80 mil dólares en este tipo de servicios.
Con la historia corriendo como pólvora por todo el mundo, el gobernador no tuvo otra opción que renunciar.
Al parcer, el casi ex súper delegado Demócrata ya no votará por Hillary Clinton, y su sucesor, David Paterson, podría hacerlo por Barack Obama. Cosas del destino.
El caso Spitzer no es el único de los Estados Unidos.
En 2004, el entonces Gobernador de Nueva Jersey, James McGreevey, renunció al cargo luego de reconocer una relación extramarital con otro hombre.
Al año siguiente, el Congresista Republicano por California, Randy ‘Duke’ Cunningham, hizo lo propio cuando se dieron a conocer sus escándalos por corrupción.
El 2006 vio otros dos casos similares: el de los Congresistas Republicanos Mark Foley (de Florida) y Bob Ney (de Ohio), quienes tras descubrirse algunos asuntos bastante bochornosos, tuvieron que despedirse del poder.
El año pasado, el Congresista Bob Allen fue arrestado por haber solicitado servicios de prostitución a una mujer afroamericana, quien resultó ser un agente policíaco.
Apenas este año, el Congresista por Arizona, Rick Renzy, fue acusado por extorsión, lavado de dinero, fraude y otros delitos, por lo cual su mismo partido, el Republicano, lo ha presionado para que renuncie.
De hecho, Estados Unidos es uno de los pocos países donde se ha visto la renuncia de un Presidente: Richard Nixon, quien el 9 de agosto de 1974, tuvo que dejar el puesto luego de que el Washington Post diera a conocer el presunto boicoteo y espionaje en el Hotel Watergate, donde se celebraba una reunión de sus rivales, los Demócratas.
Sin embargo, en México las cosas han sido distintas históricamente.
En 1989, luego de la “victoria” de Carlos Salinas de Gortari, el entonces Gobernador de Baja California, Xicoténcatl Leyva Mortera, dejó el cargo, pero por motivos políticos: el mandatario priísta dio su respaldo al entonces líder de la oposición, Cuauhtémoc Cárdenas, quien salió victorioso oficialmente en esta entidad.
En el sistema político mexicano no estaba permitido renunciar. El presidente en turno sencillamente acogía al abnegado gobernador para protegerlo con otro cargo de menor relevancia, pero salvando a su vez la “reputación” del partido que todas las ganaba y asegurando la unidad del mismo.
En 1994, el Presidente Ernesto Zedillo trató de hacer algo similar con el entonces Gobernador de Tabasco, Roberto Madrazo, luego de los problemas electorales en el estado.
Sin embargo, el eventual candidato presidencial se negó a dejar el puesto.
Desde entonces, otros han seguido su ejemplo: Ulises Ruiz en Oaxaca y Mario Plutarco Marín en Puebla.
Por eso, no cause enojo o irritación que el Secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, se niegue a dejar de seguir la tradición y se aferre al puesto.
El delfín de Calderón debe cumplir su compromiso por mantener la militarización del País, el empuje de medidas fascistas en la reforma judicial, el desarrollo de las organizaciones católicas para hacer llegar el Reino de Dios a México y lograr la privatización de los energéticos.
El caso de Spitzer no es el único que ha ocurrido y seguirán pasando en la historia política de los Estados Unidos.
Como vemos, los políticos de este País han caído y hasta pedido perdón a sus representados por asuntos relacionados con su vida privada en la mayoría de los casos, permitiendo así que los asuntos prioritarios de la nación sigan en la palestra y se evite que sus escándalos desvíen la atención.
Mientras, en México, por escándalos que rayan en la delincuencia de cuello blanco, los representantes populares rechazan dejar sus bien pagados puestos, en detrimento de sus partidos, sus familias y el País entero. Sin duda, le falta mucha madurez y le sobra cinismo a los políticos de los Estados Unidos….Mexicanos.
El mandatario neoyorkino, conocido como el Alguacil de Wall Street (por sus investigaciones contra los negocios poco éticos de los especuladores), renunció tres días después, luego de saberse que había solicitado servicios de prostitución en el estado que gobernará hasta el mediodía del lunes 17, para su hotel en Washington.
Spitzer, Gobernador de Nueva York durante solo 13 meses, antes fue Procurador General del Estado. Es también Doctor en Derecho por la Universidad de Harvard.
Como fiscal del estado, el ahora identificado como ‘Cliente 9’ por la investigación federal, luchó contra las prácticas corruptas de funcionarios y empresarios.
De acuerdo a muchos en Nueva York, el mandatario estaba destinado a convertirse en el hombre que llevaría la ética de vuelta al estado.
Pero su llegada al cuarto 871 del mismo hotel donde Bill Clinton y Monica Lewinsky llegaron a verse hace más de una década, truncó su carrera política.
Incluso, Spitzer pudo ser el candidato presidencial del Partido Demócrata dentro de cuatro años, en caso de que los Republicanos permanecieran en la Casa Blanca.
En el camino del ‘Cliente 9’ se cruzó Ashley Dupré, una prostituta y bailarina de 22 años de edad, cuyos servicios cuestan mil dólares por hora.
Se dice que el mandatario neoyorkino gastó unos 80 mil dólares en este tipo de servicios.
Con la historia corriendo como pólvora por todo el mundo, el gobernador no tuvo otra opción que renunciar.
Al parcer, el casi ex súper delegado Demócrata ya no votará por Hillary Clinton, y su sucesor, David Paterson, podría hacerlo por Barack Obama. Cosas del destino.
El caso Spitzer no es el único de los Estados Unidos.
En 2004, el entonces Gobernador de Nueva Jersey, James McGreevey, renunció al cargo luego de reconocer una relación extramarital con otro hombre.
Al año siguiente, el Congresista Republicano por California, Randy ‘Duke’ Cunningham, hizo lo propio cuando se dieron a conocer sus escándalos por corrupción.
El 2006 vio otros dos casos similares: el de los Congresistas Republicanos Mark Foley (de Florida) y Bob Ney (de Ohio), quienes tras descubrirse algunos asuntos bastante bochornosos, tuvieron que despedirse del poder.
El año pasado, el Congresista Bob Allen fue arrestado por haber solicitado servicios de prostitución a una mujer afroamericana, quien resultó ser un agente policíaco.
Apenas este año, el Congresista por Arizona, Rick Renzy, fue acusado por extorsión, lavado de dinero, fraude y otros delitos, por lo cual su mismo partido, el Republicano, lo ha presionado para que renuncie.
De hecho, Estados Unidos es uno de los pocos países donde se ha visto la renuncia de un Presidente: Richard Nixon, quien el 9 de agosto de 1974, tuvo que dejar el puesto luego de que el Washington Post diera a conocer el presunto boicoteo y espionaje en el Hotel Watergate, donde se celebraba una reunión de sus rivales, los Demócratas.
Sin embargo, en México las cosas han sido distintas históricamente.
En 1989, luego de la “victoria” de Carlos Salinas de Gortari, el entonces Gobernador de Baja California, Xicoténcatl Leyva Mortera, dejó el cargo, pero por motivos políticos: el mandatario priísta dio su respaldo al entonces líder de la oposición, Cuauhtémoc Cárdenas, quien salió victorioso oficialmente en esta entidad.
En el sistema político mexicano no estaba permitido renunciar. El presidente en turno sencillamente acogía al abnegado gobernador para protegerlo con otro cargo de menor relevancia, pero salvando a su vez la “reputación” del partido que todas las ganaba y asegurando la unidad del mismo.
En 1994, el Presidente Ernesto Zedillo trató de hacer algo similar con el entonces Gobernador de Tabasco, Roberto Madrazo, luego de los problemas electorales en el estado.
Sin embargo, el eventual candidato presidencial se negó a dejar el puesto.
Desde entonces, otros han seguido su ejemplo: Ulises Ruiz en Oaxaca y Mario Plutarco Marín en Puebla.
Por eso, no cause enojo o irritación que el Secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, se niegue a dejar de seguir la tradición y se aferre al puesto.
El delfín de Calderón debe cumplir su compromiso por mantener la militarización del País, el empuje de medidas fascistas en la reforma judicial, el desarrollo de las organizaciones católicas para hacer llegar el Reino de Dios a México y lograr la privatización de los energéticos.
El caso de Spitzer no es el único que ha ocurrido y seguirán pasando en la historia política de los Estados Unidos.
Como vemos, los políticos de este País han caído y hasta pedido perdón a sus representados por asuntos relacionados con su vida privada en la mayoría de los casos, permitiendo así que los asuntos prioritarios de la nación sigan en la palestra y se evite que sus escándalos desvíen la atención.
Mientras, en México, por escándalos que rayan en la delincuencia de cuello blanco, los representantes populares rechazan dejar sus bien pagados puestos, en detrimento de sus partidos, sus familias y el País entero. Sin duda, le falta mucha madurez y le sobra cinismo a los políticos de los Estados Unidos….Mexicanos.