Wednesday, April 02, 2008

Energéticos USA


El petróleo no es de los mexicanos, sino de los partidos políticos. Eso me queda claro.
Porque de lo contrario, como en Arabia Saudita, cada año los mexicanos recibirían un cheque por los ingresos que el País obtiene por la venta del crudo. Así de sencillo.
Sin embargo, la mayor parte de los dólares que la economía recibe por vender nuestra riqueza se va en el pago de la burocracia.
Sí, de los diputados, senadores, empleados públicos y altos funcionarios. Desde sus salarios hasta la telefonía celular, sus automóviles de lujo, seguro médico y de vida.
Al pueblo poco le toca.
El ejemplo más claro está en las mismas tierras cachanillas.
Producto de los excedentes petroleros de hace algunos años, el gobierno de Eugenio Elorduy decidió, por sus pistolas, construir un hermoso complejo artístico y cultural, hoy conocido como Centro Estatal de las Artes.
En este lugar, se dan clases en diversas materias. Los cursos resultan tener precios sumamente exagerados como para que el resto de la población vecina al lugar (muchos de ellos pobres por generaciones) puedan acceder a los servicios.
Y ni cómo evitar hablar de los excelentes platillos tipo gourmet que se sirven en los restaurantes de la Cámara de Diputados o en lo alto de la Torre de PEMEX, edificio sede de la paraestatal.
Comer ahí resultaría un lujo para la enorme mayoría de los mexicanos, mas no para los funcionarios de alto nivel, quienes gracias a sus ingresos que rebasan los 100 mil pesos mensuales, pues es una verdadera bicoca.
Hoy se habla en México de una posible reforma energética que abriría el sector a la iniciativa privada, según ha denunciado el Frente Amplio Progresista.
Yo no sé usted, pero a mí sí me preocupa el asunto. Y no por estar a favor o en contra de que en el sector energético las empresas privadas puedan invertir, sino por el ejemplo más cercano que para los cachanillas a nivel de piso pueden observar en sus vecinos del Valle Imperial.
Desde hace varios meses, el precio de la gasolina no ha bajado de los 3.50 dólares por galón, esto en su presentación de menor octanaje.
Los argumentos para tal efecto giran en tres puntos: lo alejado de las refinerías, el alza en los precios internacionales del crudo y lo reducido del mercado local.
Del otro lado de la frontera, a pesar de la calidad, el combustible resulta mucho más barato.
En la compra de 10 galones de gasolina, los residentes de Caléxico deben pagar algo así como 35 dólares.
En Mexicali, el costo por la misma cantidad de gasolina Magna es de 27 dólares con 30 centavos. En la presentación Premium, el costo es de 31 dólares.
Esto nada más en el asunto de la gasolina.
Aunque sí hablamos de la energía eléctrica, el asunto no es muy diferente.
El Distrito de Irrigación de Imperial se encuentra en la disyuntiva de aumentar las tarifas eléctricas en la región, esto ante el aumento en el costo del gas natural, del cual se alimentan las plantas generadoras locales.
Hace algunos años, los altos funcionarios del distrito adquirieron varios contratos de gas natural, incluso en algunas ocasiones hasta por teléfono celular, según esto para ahorrarle dinero a la agencia y al consumidor, que se supone domina al distrito a través de sus representantes populares.
Los contratos mal concertados llevaron a una pérdida por varios millones de dólares, que ahora debe compensarse con un aumento a las tarifas eléctricas. Claro, los funcionarios (o criminales de cuello blanco, si le parece) huyeron de la región, llevándose una buenísima liquidación y sin ser sancionados.
Lo bueno fue que los directivos optaron por no aplicar el alza. Lo malo es que ésta deberá ser analizada el año próximo y, todo parece indicar que será inevitable, con lo que los clientes habrán de desembolsar unos 50 dólares mensuales más para pagar sus ya de por sí altos recibos (para que vean Sergio Tamai y Petra Santos que en todo el mundo se cuecen habas).
A nivel estatal, es necesario recordar el enorme fraude que sufrió el gobierno californiano en tiempos del Demócrata, Gray Davis, por parte de la industria eléctrica.
Varios miles de millones de dólares fueron cobrados fraudulentamente por las empresas generadoras de electricidad en el estado, luego de que el gobierno permitiera la ‘desregulación’ energética, que no fue otra cosa sino la apertura a la competencia desmedida en el sector.
Hasta antes de la crisis energética, los mercados locales estaban abiertos a la inversión privada, pero sectorizada por regiones estatales. O sea, se trataba de monopolios limitados a ciertas zonas de California.
Hubo personas que, ante el enorme aumento en el costo de la electricidad, se negaron a encender sus aparatos de refrigeración en época de verano. Es más, hasta se registró la muerte de varias personas por este motivo.
El estado se vio obligado a intervenir, sancionando a las empresas que cometieron abusos, recobrando hasta apenas hace poco las pérdidas económicas para la población.
Esto, a su vez, dio pie en buena medida a la muerte política de Davis.
Creo que a final de cuentas, si se abre la inversión en el sector de los energéticos en México, los residentes deberán esperar nulos beneficios en el bolsillo.
Que si Andrés Manuel, que si Calderón o Mouriño, eso está de más y, la verdad, poco importa.
Pero eso sí, los riesgos de repetir en territorio mexicano las consecuencias a la californiana por la Reforma Energética son altísimas.
Ay de usted.

¿Transparente?
Si de verdad está a favor de la rendición de cuentas, la transparencia y el combate a la corrupción, en lugar de que el Presidente Municipal, Rodolfo Valdez Gutiérrez, hubiera retirado a Perla Reyes Manzo al frente de la Unidad Municipal de Acceso a la Información, mejor le hubiese pedido a la funcionaria subir la nómina del actual Ayuntamiento, ya que hasta hoy muy pocos mexicalenses saben exactamente cuánto gana su alcalde, cosa que no ocurrió en el gobierno de Samuel Ramos. Y conste, no soy del PRI.