
No sé si usted haya visto en el cine o en la comodidad de su casa y recuerde la película ‘Día de Entrenamiento’.
La cinta, dirigida por Antoine Fuqua, es protagonizada por Denzell Washington, quien interpreta a Alonzo, cabeza de un grupo policíaco especial encubierto dedicado a combatir el narcotráfico en las calles de Los Angeles.
En total, la cinta logró recaudar cerca de 77 millones de dólares en las taquillas.
La trama de la película muestra a este grupo de agentes, coludidos con narcotraficantes y otros criminales, en actividades ilícitas, de las cuales obtenían importantes ganancias.
Al final, ‘Alonzo’ es ejecutado por la mafia rusa por no haber pagado una muy fuerte cantidad de dinero, a cambio de la muerte de uno de los líderes de la organización en Las Vegas.
Desconozco si la película se basó en un hecho de la vida real, pero tal parece que así fue.
Entre principios de 1999 y mediados del 2001, un grupo de agentes policíacos de Los Angeles se dedicó a emular al equipo del protagonista de la cinta.
Sin embargo, la suerte de Rubén Palomares, su líder, no fue la misma que la de ‘Alonzo’.
El ex agente de la Policía de Los Angeles, quien dirigía un grupo similar conformado por 17 agentes, se dedicó por más de dos años a asaltar unas 40 viviendas de la ciudad.
El grupo se pasó a las filas del crimen organizado, gracias a los contactos que tenían entre los delincuentes.
Los agentes de las policías de Los Angeles y Long Beach, así como del Departamento de Correcciones de California y de la Oficina del Alguacil del Condado de Los Angeles, irrumpieron en los domicilios, asegurando que llevaban órdenes de cateo, las cuales resultaron ser falsas.
Los delincuentes les pasaban la información sobre los lugares donde se vendían estupefacientes y, con armas en mano, los agentes lograban meterse en las casas de los sospechosos.
Pero, en los ‘operativos’, se les pasó la mano. Algunas de las víctimas eran esposadas y amenazadas con macanas y armas de fuego. En ocasiones, los afectados fueron heridos por las armas de los oficiales.
El grupo dejaba la mercancía decomisada en manos de sus compinches delincuentes para revenderlas y sacar buenísimas ganancias.
Afortunadamente para la ciudadanía, algo salió mal y fueron descubiertos.
Apenas este lunes 5 de mayo, el ex agente de Long Beach e integrante del grupo de Palomares, Joseph Ferguson, de 33 años de edad, fue sentenciado a 8 años y 1 mes de prisión por robo producto de invasión de viviendas.
Su hermano, William, ex agente de la Policía de Los Angeles, recibirá su sentencia el próximo 19 de mayo, mientras Palomares lo hará este lunes 12.
Siguiendo en la vida real, creo que algo similar ocurre en México. Esta misma semana, la Secretaría de Seguridad Pública de Baja California anunció el despido de 145 agentes municipales y estatales, todos por estar relacionados con delitos como cohecho, extorsión, delincuencia organizada y otros.
Anteriormente, el General Sergio Aponte (quien parece desconocer el caso del Capitán Antonio Carmona Añorve, coludido con los Arellano cuando fue jefe policíaco en Mexicali), denunció a varios policías por sus ligas con el crimen organizado.
Lamentablemente, tanto en las calles de Estados Unidos como de México, personas que se supone deben cuidar y proteger al ciudadano común, se pasan al lado de la delincuencia para cometer sus fechorías.
Yo no soy experto en psicología ni sociología, pero me parece que mucho falta todavía por investigar y descubrir en este fenómeno.
Las causas y sus posibles soluciones debieran ser parte importante en el combate al crimen organizado, con el objetivo de evitar que más ‘Alonzos’ anden sueltos por ahí.
Hasta en la universidad…
También esta semana, las autoridades locales y federales dieron a conocer el arresto de casi 100 personas, de las cuales 75 eran alumnos, todas relacionadas con la compra y venta de drogas en la Universidad Estatal de San Diego.
Desde los mismos dormitorios estudiantiles, los narcoalumnos vendían sus productos a los clientes.
En un operativo sumamente discreto, agentes de la DEA y de la policía universitaria, lograron asegurar al grupo delictivo, además de haber decomisado armas de fuego, varias cantidades de droga y 60 mil dólares en efectivo.
Lo curioso es que dentro de las instalaciones universitarias, todos sabían de las operaciones, pero nadie había denunciado el caso.
La indagatoria oficial dio inicio con el fallecimiento de un estudiante por sobredosis hace exactamente un año.
Esto seguramente no quedará aquí. Habra más investigaciones en este y otros campus. Y muy seguramente llegarán hasta ante quienes les llevaban la mercancía.
Esa será una noticia todavía más interesante.
La cinta, dirigida por Antoine Fuqua, es protagonizada por Denzell Washington, quien interpreta a Alonzo, cabeza de un grupo policíaco especial encubierto dedicado a combatir el narcotráfico en las calles de Los Angeles.
En total, la cinta logró recaudar cerca de 77 millones de dólares en las taquillas.
La trama de la película muestra a este grupo de agentes, coludidos con narcotraficantes y otros criminales, en actividades ilícitas, de las cuales obtenían importantes ganancias.
Al final, ‘Alonzo’ es ejecutado por la mafia rusa por no haber pagado una muy fuerte cantidad de dinero, a cambio de la muerte de uno de los líderes de la organización en Las Vegas.
Desconozco si la película se basó en un hecho de la vida real, pero tal parece que así fue.
Entre principios de 1999 y mediados del 2001, un grupo de agentes policíacos de Los Angeles se dedicó a emular al equipo del protagonista de la cinta.
Sin embargo, la suerte de Rubén Palomares, su líder, no fue la misma que la de ‘Alonzo’.
El ex agente de la Policía de Los Angeles, quien dirigía un grupo similar conformado por 17 agentes, se dedicó por más de dos años a asaltar unas 40 viviendas de la ciudad.
El grupo se pasó a las filas del crimen organizado, gracias a los contactos que tenían entre los delincuentes.
Los agentes de las policías de Los Angeles y Long Beach, así como del Departamento de Correcciones de California y de la Oficina del Alguacil del Condado de Los Angeles, irrumpieron en los domicilios, asegurando que llevaban órdenes de cateo, las cuales resultaron ser falsas.
Los delincuentes les pasaban la información sobre los lugares donde se vendían estupefacientes y, con armas en mano, los agentes lograban meterse en las casas de los sospechosos.
Pero, en los ‘operativos’, se les pasó la mano. Algunas de las víctimas eran esposadas y amenazadas con macanas y armas de fuego. En ocasiones, los afectados fueron heridos por las armas de los oficiales.
El grupo dejaba la mercancía decomisada en manos de sus compinches delincuentes para revenderlas y sacar buenísimas ganancias.
Afortunadamente para la ciudadanía, algo salió mal y fueron descubiertos.
Apenas este lunes 5 de mayo, el ex agente de Long Beach e integrante del grupo de Palomares, Joseph Ferguson, de 33 años de edad, fue sentenciado a 8 años y 1 mes de prisión por robo producto de invasión de viviendas.
Su hermano, William, ex agente de la Policía de Los Angeles, recibirá su sentencia el próximo 19 de mayo, mientras Palomares lo hará este lunes 12.
Siguiendo en la vida real, creo que algo similar ocurre en México. Esta misma semana, la Secretaría de Seguridad Pública de Baja California anunció el despido de 145 agentes municipales y estatales, todos por estar relacionados con delitos como cohecho, extorsión, delincuencia organizada y otros.
Anteriormente, el General Sergio Aponte (quien parece desconocer el caso del Capitán Antonio Carmona Añorve, coludido con los Arellano cuando fue jefe policíaco en Mexicali), denunció a varios policías por sus ligas con el crimen organizado.
Lamentablemente, tanto en las calles de Estados Unidos como de México, personas que se supone deben cuidar y proteger al ciudadano común, se pasan al lado de la delincuencia para cometer sus fechorías.
Yo no soy experto en psicología ni sociología, pero me parece que mucho falta todavía por investigar y descubrir en este fenómeno.
Las causas y sus posibles soluciones debieran ser parte importante en el combate al crimen organizado, con el objetivo de evitar que más ‘Alonzos’ anden sueltos por ahí.
Hasta en la universidad…
También esta semana, las autoridades locales y federales dieron a conocer el arresto de casi 100 personas, de las cuales 75 eran alumnos, todas relacionadas con la compra y venta de drogas en la Universidad Estatal de San Diego.
Desde los mismos dormitorios estudiantiles, los narcoalumnos vendían sus productos a los clientes.
En un operativo sumamente discreto, agentes de la DEA y de la policía universitaria, lograron asegurar al grupo delictivo, además de haber decomisado armas de fuego, varias cantidades de droga y 60 mil dólares en efectivo.
Lo curioso es que dentro de las instalaciones universitarias, todos sabían de las operaciones, pero nadie había denunciado el caso.
La indagatoria oficial dio inicio con el fallecimiento de un estudiante por sobredosis hace exactamente un año.
Esto seguramente no quedará aquí. Habra más investigaciones en este y otros campus. Y muy seguramente llegarán hasta ante quienes les llevaban la mercancía.
Esa será una noticia todavía más interesante.