Monday, June 16, 2008

La avaricia

Bien se puede entender, aunque no se justifique, la corrupción en las filas de las agencias policíacas de México.
Los agentes ganan, cuando mucho, 10 mil pesos mensuales. Con ese dinero deben llevar ‘pa’l chivo’ a sus casas, además de, en muchas ocasiones, tener que pagar hasta la gasolina que gastan sus patrullas.
Estos oficiales de policía ven con rencor cómo los altos mandos y los funcionarios de primer nivel se llevan, sin tener que arriesgar la vida y en la comodidad de sus oficinas, buenas tajadas del presupuesto oficial en salarios.
Mientras, a los policías se les niega seguro de vida y préstamos para vivienda, ante lo arriesgado de la actividad que desempeñan.
Es por eso que no me explico cómo es que los agentes de la Patrulla Fronteriza y otras corporaciones estadounidenses se ven inmiscuidos en actos de corrupción.
De acuerdo a la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP por sus siglas en inglés), para cuando un oficial llega a su tercer año de servicio, alcanza a ganar 70 mil dólares al año.
Aparte, reciben prestaciones como seguro médico, de vida, jubilación y hasta un pago extraordinario del 25 por ciento de su salario por trabajar tiempo extraordinario.
José Olivas, un ex agente de la Patrulla Fronteriza, fue sentenciado a tres años de cárcel, luego de haber permitido la entrada de cientos de inmigrantes indocumentados y lavado de dinero.
A mediados de mayo pasado, la Procuraduría General de los Estados Unidos en California dio a conocer el arresto de Luis Francisco Alarid, elemento de la CBP, quien fue acusado por las autoridades de conspirar para la importación de marihuana y migrantes.
A cambio de recibir 5 mil dólares por persona, el agente encargado de resguardar la frontera en la Garita de Otay Mesa permitió la entrada de cuando menos 18 migrantes y unas 170 libras de droga, con la ayuda de un tío suyo.
El 20 de mayo, el agente de la misma corporación, Luis Sánchez, de 31 años de edad y residente de Río Rico, Arizona, aceptó su culpabilidad por transportar unos mil kilogramos de marihuana en seis ocasiones distintas con su misma patrulla entre el verano de 2002 y enero del 2004.
Los narcotraficantes le pagaron unos 45 mil dólares por hacerles el trabajo.
Nada más por el tráfico de la droga, el joven agente podría pasar el resto de su vida en prisión y pagar hasta 4 millones de dólares en multas.
El 4 de junio anterior, José Carmelo Magaña, de 44 años de edad y residente de Yuma, fue acusado formalmente de ayudar a traer migrantes ilegales al País, además de haber aceptado ‘mordidas’ para desempeñar su ilícita actividad.
De ser hallado culpable, Magaña va a estar recluido por varios años y tendrá que verse obligado a pagar varios cientos de miles de dólares en multas.
Hay quienes dicen que la maldad en un ser humano le viene casi desde el nacimiento.
Yo creo que en buena medida, aceptar dar el brinco hacia la criminalidad, a pesar de tener un excelente empleo, es culpa de la avaricia, uno de los siete pecados capitales que considera la Iglesia Católica.
La también llamada codicia se da principalmente en la cultura occidental (según Wikipedia), ocasionada a su vez por el sistema capitalista y el consumismo en el que estamos inmersos.
Luego entonces, ¿los agentes son simples pecadores o víctimas de la sociedad consumista?

Alcahuete…
José Carlos Vizcarra Lomelí, Presidente del Consejo Ciudadano de Seguridad Pública del Estado, culpó esta misma semana a los medios de comunicación del extranjero de la reducción en el turismo a Baja California, por la forma en que se manejan los secuestros, asesinatos, asaltos y demás crímenes cometidos en ese estado.
Con estas declaraciones, al representante de los ciudadanos ante este consejo ya le salió lo alcahuete del gobierno en turno, como ha sido la tónica de este organismo que se supone debe velar por la seguridad de los residentes y visitantes.
En cambio, ante la ineficiencia de los funcionarios en turno, Vizcarra Lomelí ahora le echa la culpa a los medios por la caída en el sector turismo, defendiendo indirectamente el actuar de los actuales gobernantes.
Bien ha criticado al organismo el diputado ecologista, Juan Macklis, quien lo menos que ha dicho es que no ha servido para cosa alguna, por lo cual ha solicitado su desaparición.
Si mal no recuerdo, el mismo Secretario de Turismo, Oscar Escobedo Carignan, aseguró hace unas cuantas semanas que el descenso en la actividad turística del estado tenía sus orígenes en las largas filas y no en la inseguridad.
Vizcarra Lomelí parece olvidar que durante el sexenio de Eugenio Elorduy, el gobierno estadounidense señaló a su Secretario de Turismo, Alejandro Moreno Medina, de estar ligado a empresas relacionadas con el lavado de dinero y el narcotráfico, ante lo cual la respuesta fue rasgarse las vestiduras.
Mr. Vizcarra, la verdad, calladito se ve más bonito.