Para los reporteros que no nos dedicamos a los temas deportivos, los Juegos Olímpicos traen regularmente poco atractivo en el ámbito periodístico, a menos de que éstos se lleven a cabo en países que cuentan con gobiernos represivos.
Así ocurrió hace 72 años, cuando el régimen Nazi de Adolfo Hitler tomó el turno para convocar a la justa deportiva.
Fue el 1 de agosto de 1936, en Berlín, cuando los alemanes dieron inicio a la Olimpiada.
La capital alemana compitió con Barcelona para organizar las olimpiadas y resultó elegida a finales de abril de 1931.
En la ceremonia inaugural, los atletas negros no pudieron participar, debido a que eran considerados inferiores a los arios.
Los organizadores alemanes aceptaron no lanzar vivas raciales, pero al finalizar la ceremonia, el pueblo gritó el famoso “Heil Hitler” a su líder.
La filosofía en voga durante aquélla época en Alemania se vio opacada cuando Jesse Owens, el llamado ‘Rey Acosado’, logró hacer rabiar al líder Nazi, cuando conquistó cuatro medallas de oro, venciendo a atletas teutones salidos de las filas del Ejército, supuestamente lo mejor de lo mejor.
Se dice que Hitler no pudo soportar la derrota, y por ello abandonó el palco en el que atestiguaba las competencias de atletismo. Otros aseguran que el Führer se fue para no tener que estrechar la mano de Owens al entregarle la medalla de oro.
Esta competencia olímpica arrancó el 1 de agosto y concluyó 15 días después con la victoria alemana en el medallero con 33 de oro, seguida de Estados Unidos con 24 preseas doradas.
En ese mismo mes, Hitler encomendó a su gabinete la creación del Plan de los Cuatro Años, con el cual buscaba preparar al País para la guerra a través de una economía militarizada.
Algunos especialistas del gabinete le solicitaron al Führer reducir el gasto militar, a lo que se opuso el resto del equipo del entonces Canciller alemán, fiel a Hermann Göring, cabeza de la policía política del régimen.
Al arrancar los Juegos Olímpicos, Hitler buscó una alianza anti-comunista con Polonia, Gran Bretaña, China e Italia, a la cual solamente se unieron esta última y, eventualmente, el Imperio Japonés.
La Segunda Guerra Mundial arrancó dos años después y concluyó en 1945, por lo cual las olimpiadas de 1940 y 1944 no se llevaron a cabo.
En 1972, los Juegos Olímpicos volvieron a tierras teutonas, Munich, supuestamente en un ambiente mas pacífico y tranquilo.
Pero la madrugada del 5 de septiembre, ocho terroristas palestinos asesinaron a dos israelitas y tomaron nueve rehenes.
Todos, junto a cinco de los atacantes y un policía, fallecieron en un enfrentamiento. Luego de 34 horas de interrupción, los Juegos Olímpicos se reanudaron.
Ocho años después y habiéndole ganado la candidatura a la ciudad de Los Angeles, en plena Guerra Fría la entonces Unión de Repúblicas Socialista Soviéticas organizó sus olimpiadas en Moscú.
Poco antes, la potencia comunista había invadido Afganistán, lo que trajo la ausencia de 75 países y una marcha de protesta por parte de otros 15 durante la inauguración.
De hecho, cuando estos países ganaron preseas de oro, se entonó el himno olímpico y no el de éstos por el mismo motivo.
Las olimpiadas empezaron a mediados de julio, en una ceremonia encabezada por el Premier, Leonid Brezhnev, las cuales concluyeron el 3 de agosto.
La URSS ganó la justa con 80 medallas doradas, seguida de Alemania del Este con 47 y Bulgaria, Cuba e Italia con 8.
Apenas concluidos los Juegos Olímpicos, las Repúblicas que componían la URSS dieron inicio con un intento de independencia, basados en el Artículo 72 de la Constitución.
El proceso arrancó oficialmente en agosto de 1991, cuando Letonia y Estonia (al este de Polonia), declaron su independencia, tal y como lo hiciera la también república báltica de Lituania un año antes. Pero no eran las únicas, pues otras 12 analizaban la misma posibilidad.
Para diciembre se disolvió la URSS y se creó la Comunidad de Estados Independientes, la cual se oficializó a finales del mes por el Premier, Mikhail Gorbachov, apoyado por el Soviet Supremo.
Este 2008 tocó el turno de organizar las olimpiadas a China, país teóricamente comunista, pero liberal y capitalista en la práctica.
De lo poco que queda del antiguo régimen está el partido único, la represión de los movimientos políticos contrarios al gobierno y la censura a la prensa.
A como está el medallero, todo apunta que China, igual que Alemania y la URSS en su momento, ganará “sus” juegos olímpicos.
La historia bien podría llevarnos a pensar que estas olimpiadas pudieran conviertirse en un cambio radical en la forma de gobernar a más de mil 300 millones de personas. Quizá.
Phelsnómeno…
En Maryland, estado natal del ocho veces campeón olímpico de natación, Michael Phelps, tanto el gobierno como la comunidad están preparando una bienvenida sin precedentes.
Tanto el Gobernador, Martin O’Malley, como la Alcaldesa de Baltimore, Sheila Dixon, alistan un evento digno para recibir a su hijo pródigo. Incluso, dicen, será mucho mejor al que hicieron en 2004 a su regreso de Atenas.
Esto, a pesar de la ‘derrota’ del equipo estadounidense, que se ubica en el segundo lugar, después de la anfitriona China.
Nosotros los mexicanos, con la de oro de Guillermo Pérez en tae kwon do y la de bronce de Tatiana Ortiz y Paola Espinoza estamos en el lugar 42, debajo de ‘potencias’ como Tailandia, Mongolia, Azerbaijan, Zimbabwe, Etiopía, Kenya y Jamaica.
Aquí es donde se nota lo válido de las denuncias hechas por Ana Gabriela Guevara sobre el apoyo a los deportistas nacionales.
Me pregunto cómo piensan recibir a nuestro equivalente de Michael Phelps en su tierra natal.