Thursday, August 07, 2008

Militares al grito de guerra

Durante buena parte del México Independiente, la historia del País ha estado plagada de conjuras y traiciones políticas, con la finalidad de hacerse del poder y perpetradas desde la milicia nacional.
De hecho, recién nacido el gobierno y gracias a la herencia corrupta de la monarquía y cultura gachupinas, los mexicanos vieron arraigados estos principios de la España Virreinal y los adoptaron para buscar las riendas de la hacienda y el poder gubernamental.
Los primeros dos fueron Antonio López de Santa Anna y Guadalupe Victoria, quienes de manera conjunta lanzaron el Plan de Veracruz en diciembre de 1822 en contra del Emperador, Agustín de Iturbide, quien a su vez se rebeló contra la corona española y formó el Ejército Trigarante junto a Vicente Guerrero y Nicolás Bravo.
El mismo General Guerrero, después de ser declarado incapaz de ocupar la Presidencia, hubo de retirarse al estado que hoy lleva su nombre y combatió desde ahí a las fuerzas que buscaban acabar con su vida.
Por 50 mil pesos, Guerrero fue traicionado por militares y fusilado en 1831. Se dice que el General y Vicepresidente, Anastacio Bustamante, orquestó el asesinato de uno de los héroes de la Patria, con el único objetivo de llegar a la Primera Magistratura.
Este incidente originó el levantamiento de Santa Anna, entonces Gobernador de Veracruz, quien se hizo de la presidencia en 1833.
A su vez, el General Juan N. Alvarez, creador y Gobernador del Estado de Guerrero, se levantó contra Santa Anna con el Plan de Ayutla.
El caso más curioso fue el del Presidente y General, Ignacio Comonfort, creador en diciembre de 1857 del Plan de Tacubaya, por el cual desconoció la Constitución que él mismo había jurado meses antes.
El también General, Félix María Zuloaga, en enero de 1858, abandonó el Plan de Tacubaya y derrocó a Comonfort, para hacer llegar a Benito Juárez a la presidencia, quien a su vez había pedido antes el apoyo del General, Manuel Doblado, Gobernador de Guanajuato, para organizar un golpe de estado.
Juárez huyó por el País, perseguido por Zuloaga, tras la promulgación de la llamada Ley Juárez, durante el periodo de Comonfort.
El General, Porfirio Díaz, dio a conocer en 1871 el Plan de la Noria, con el cual acusaba a Juárez de dictador, quien había ganado las elecciones por medio de un supuesto fraude. La intención, claro estaba, era sentarse en la silla presidencial.
El mismo Díaz se levantó en armas con el Plan de Tuxtepec en 1876 en contra de la reelección y el fraude de Sebastián Lerdo de Tejada, quien renunció un año más tarde.
Tras la dictadura de Díaz, llegó Francisco I. Madero al poder y, a pesar de las acusaciones en su contra, exhoneró al General, Victoriano Huerta, quien lo traicionó gracias al apoyo de los Estados Unidos.
El General Huerta fue desconocido por el Goberrnador de Coahuila, General Venustiano Carranza, con el Plan de Guadalupe.
Los Generales Francisco Villa y Emiliano Zapata desconocen a Carranza, quien manda al General Obregón en su contra.
Después, Obregón lanzó el Plan de Agua Prieta, debido a que Carranza no lo colocó en la presidencia.
Uno de los últimos militares en el poder, Plutarco Elías Calles, creó en 1929 el Partido Nacional Revolucionario, precisamente para terminar con esta lucha entre militares y civiles, y resolver civilizadamente el cambio del poder.
La milicia fue incorporada en los sectores del PNR, la cual desapareció posteriormente, para dar paso a su resguardo en los cuarteles del Ejército y reglamentados para solamente desempeñar dos labores: salvamento y guerra.
Pero esto no dio por terminada la lucha militar en el País.
El General y Presidente de México, Lázaro Cárdenas, tuvo que expulsar a Calles de territorio nacional e hizo renunciar al gabinete afin al ex mandatario.
En el mismo periodo cardenista, el General, Saturnino Cedillo, intentó un golpe de estado, pero logró ser sofocado.
Uno de los últimos ataques militares lo protagonizó el Teniente, Antonio De la Lama y Rojas, quien trató de asesinar en abril de 1944 a Manuel Ávila Camacho, sucesor de Cárdenas.
Durante 120 años, los soldados que el cielo le dio a la Patria aprestaron el acero y el bridón no contra el extraño enemigo, aquel que profanara con su planta el suelo de la Patria, olvidando a su vez las letras del poeta, Francisco González Bocanegra: “Ya no más de tus hijos la sangre se derrame en contienda de hermanos, sólo encuentra el acero en tus manos, quien tu nombre sagrado insultó.
Precisamente por esta historia de conflictos castrenses y políticos, el Ejército se ha sometido a las autoridades civiles bajo una férrea disciplina militar.
El General Sergio Aponte Polito, Comandante de la Segunda Región Militar, violó (según expone en su carta), esta misma disciplina exigida desde las altas esferas de las Fuerzas Armadas y se metió en un laberinto diplomático, político y legal con sus famosas cartas, que lo llevó a ser nuevamente transferido.

Preguntas…
Sumamente curioso resulta el hecho de que Aponte Polito solamente señale a elementos de las policías Ministerial, Estatal Preventiva y Municipales.
Si sabía tanto de agentes corruptos, ¿cómo fue que no supo del caso del Comandante de la AFI en Mexicali, Carlos Alberto Cedano Filippini, capturado por agentes de la Procuraduría de Distrito del Condado de Los Angeles con 500 mil dólares producto del narcotrafico?
¿Y los corruptos agentes de la Policía Federal y sus comandantes?
Es mas, ¿qué pasa en el caso de los mismos militares que por años han permitido el tráfico de drogas por mar y tierra a Baja California?

La reconquista…
La Vicepresidenta del Gobierno Español, María Teresa Fernández de la Vega, dijo que su país podría permitir el voto de los mexicanos en territorio gachupín, si el gobierno mexicano hace lo mismo con los ciudadanos ibéricos en tierra azteca.
¿Alguien desea otra prueba de la entrega del País a los españoles?
¿Por qué mejor no se reglamenta adecuadamente el voto de los mexicanos en el exterior?
¿Cuál de los dos votos tienen prioridad en la agenda panista?