Thursday, October 02, 2008

Adiós Reagan


Aunque físicamente abandonó el mundo hace cuatro años, el legado de la reforma conservadora del Presidente Ronald Reagan terminó por morir con el actual gobierno de George W. Bush.
Ambos Republicanos y unidos por el padre del actual presidente estadounidense, en la prática quedaron lejanamente distanciados uno del otro en cuanto a los principios de la ideología política, aunque ésta pretenda revivir con John McCain, el actual aspirante a la Casa Blanca.
El tampiqueño (de Tampico, Illinois) Reagan propagó un nuevo pensamiento entre los miembros de su partido desde sus primeros años en la lid política que al final le trajo nuevos adeptos a los Republicanos.
Actor de películas sin trascendencia, locutor de radio y presentador de televisión, ‘El Gran Comunicador’ en realidad se desempeñó principalmente en la arena de las relaciones públicas.
Durante la Segunda Guerra Mundial no fue al combate, sino que se dedicó a hacer cintas propagandísticas para buscar adeptos en la justificación oficial para adentrar al País en el conflicto bélico.
De la corporación General Electric fue despedido como portavoz, debido a sus discursos derechistas.
Como líder del Sindicato Nacional de Escritores, combatió la incorporación del comunismo en las cintas de Hollywood.
En 1967, contra todos los pronósticos, derrotó electoralmente al entonces Gobernador de California, Pat Brown, quien llevaba dos periodos en el poder. Curiosamente, Jerry Brown, su hijo, fue quien llegó a la gubernatura estatal ante la negativa de Reagan de postularse a un tercer periodo.
Algunas de las medidas implementadas como mandatario estatal distan mucho de lo que fue su presidencia: al tomar el poder, lo primero que hizo para balancear el presupuesto fue aumentar los impuestos y, por su novatez, autorizó una ley parcial de aborto, decisión de la cual renegó años más tarde.
Sin duda, una de las principales aportaciones al partido fue el uso de la fuerza y la coerción para lograr sus objetivos.
Ante las protestas contra la Guerra de Vietnam en la Universidad de Berkeley, el Gobernador Reagan envió a miles de efectivos de la Patrulla de Caminos y de la Guardia Nacional para controlar la ciudad.
Esta póliza fue puesta en marcha nuevamente por el ya Presidente Reagan, quien despidió a más de 11 mil controladores aéreos, quienes se habían ido a la huelga.
Ya perfilado en el rumbo político, entre sus propuestas destacan el anticomunismo, la reducción del aparato gubernamental, el antiabortismo, la reducción de impuestos a las corporaciones –como lo propone McCain-, la desregulación de la industria financiera, el libre mercado, la reducción del sistema de bienestar público, la no intervención en asuntos personales o familiares, y un aumento en el gasto militar que llevaría al déficit presupuestal.
La llamada ‘Reaganomics’ o economía al estilo del presidente, se basaba en una reducción de los impuestos a la clase alta, los cuales se compensarían con la ampliación de la lista de contribuyentes, pero que a final de cuentas llevó a un enorme déficit presupuestal y al crecimiento de la deuda nacional de 700 mil millones a 3 millones de millones de dólares.
Como resultado, los ingresos del gobierno cayeron 1 por ciento. Para compensarlo, emprendió recortes a programas de salud pública, educación, medio ambiente y de servicios sociales como las Estampillas de Comida.
Años más tarde, durante el gobierno de Bill Clinton, la mayoría Republicana en la Legislatura (la cual llegó allí por el renovado conservadurismo de Reagan), obligó a reformar el sistema de bienestar público y llevar a los usuarios a contar con un apoyo limitado y exclusivo para ciudadanos del País.
Reagan recibió el país con una inflación de 12 por ciento y el desempleo cercano al 7.5 por ciento.
Sus medidas, en parte, llevaron a que el Producto Interno Bruto creciera cada año 3.4 por ciento y se crearan 16 millones de empleos.
El actual gobierno federal, a pesar del apoyo a las corporaciones, está terminando con una crisis de proporciones mayúsculas con el congelamiento del crédito, alta inflación y desempleo in crescendo.
El anticomunismo llevó a Reagan a tratar de cerrar la brecha nuclear frente a la Unión Soviética, por lo que el presupuesto militar aumentó un 40 por ciento en tan sólo cuatro años, con la Iniciativa de Defensa Estratégica.
Hay quienes le endilgan en buena parte la caída del comunismo, gracias a la cancelación unilateral de varios acuerdos comerciales para la compra de petróleo –principal producto del llamado Imperio del Mal-, luego de que aeronaves soviéticas derrumbaran un avión de Korean Airlines en septiembre del 83.
Otros, prefieren culpar a la misma ex potencia socialista por sus enormes gastos militares, la ineficiencia en la producción de manufacturas y la baja en los precios del petróleo, que la orilló a presentar serias dificultades económicas en 1985 y a iniciar la perestroika y el glassnost de Mikhail Gorbachov.
El keynesianismo militar Republicano también se aplicó en el actual gobierno federal, pero éste se llevó a niveles inimaginables: ahora los soldados además reciben servicios de limpieza de vestimenta y hasta los alimentos por parte de empresas militares como Halliburton del Vicepresidente, Dick Cheney.
Luego del bombazo en una discoteca de Berlín que afectó a 63 empleados del ejército norteamericano, el gobierno de Reagan estableció que Moammar Kadafi fue la mente detrás del incidente, por lo cual decidió atacar Libia a partir del 15 de abril de 1986.
A pesar de sus esfuerzos, nunca logró capturar al líder libio, como ocurre con el presunto autor del ataque a las Torres Gemelas, Osama bin Laden, oculto en Afganistán.
Las Guerras en este país e Irak han llevado a Bush a un callejón sin salida, cuyo único beneficio ha sido el enorme gasto en el Complejo Industrial Militar (del cual hablaremos en la próxima entrega), con miles de soldados y civiles muertos, así como un rechazo popular similar al de la era de Vietnam.
Hay un par de aspectos más en los cuales la extrema derecha le ganó a Bush: mientras Reagan firmó a mediados de los ochentas una reforma migratoria que prohibió la contratación de inmigrantes ilegales y dio amnistía a 3 millones de personas, al actual gobierno sencillamente se le impidió desde la extrema derecha hacer siquiera un mínimo esfuerzo en este sentido.
Por el contrario, fue obligado a empezar redadas contra los inmigrantes en vecindarios y lugares de trabajo (sin castigar al empleador), llevando a que por esto y la situación económica, miles de mexicanos hayan empezado a retornar a sus lugares de origen e impedir que otros tantos pretendan cruzar ilegalmente la frontera.
Por otra parte, luego de que a Reagan se le diagnosticara Alzheimer en 1994, su esposa Nancy ha pugnado por dar apoyo en la investigación de células madre, a lo cual se opone Bush.
En lo político, el ex Presidente se ligó a votantes religiosos y recibió el apoyo de los Demócratas reaganianos.
Enfatizó su postura en los valores familiares, el rechazo a la corrupción y el uso de las organizaciones religiosas como fuente de poder político.
Aunque Bush logró su reelección en 2004 con el apoyo de las organizaciones ‘basadas en la fe’, la corrupción enorme de funcionarios de su gobierno y de legisladores de su partido han llevado al traste la filosofía reaganiana.
El ex mandatario sufrió serias crisis durante su gobierno que lo llevaron a perder popularidad.
En 1986, la explosión del Challenger horas antes de dar su informe de gobierno con 7 astronautas a bordo puso en jaque su política armamentista espacial.
Por otra parte, el escándalo Irán-Contra lo llevó a perder casi 20 puntos de popularidad.
El desvío de recursos por la venta de armas a Irán para apoyar a la contra nicaragüense tuvo como repercusión que 14 funcionarios –incluido su Secretario de Defensa, Caspar Weinberger-, fueran acusados formalmente, pero posteriormente perdonados por su sucesor, George Herbert Walker Bush.
De hecho, George W. bush contrató a cuatro de estos ex funcionarios del gobierno de Reagan, incluido Elliot Abrams, culpable de dos cargos por ocultar información y John Pointdexter, acusado de mentirle al congreso y destruir evidencias.
Dos meses después de haber tomado posesión en 1981, se presentó un intento de asesinato en contra de Reagan, del cual se recuperó hasta abril, pero que lo llevó a contar con un nivel sin precedentes en su popularidad, muy similar a la de George W. Bush tras el derrumbe de las Torres Gemelas.
Reagan, nombrado también el ‘Presidente de Teflón’, es considerado uno de los más grandes presidentes de la historia, sólo detras de Abraham Lincoln.
El ex mandatario dejó la Casa Blanca con un 64 por ciento de aprobación.
Encuestas recientes refieren que muchos norteamericanos quisieran ver la cara de Reagan en alguna moneda o billete, cosa que seguramente no ocurrirá jamás con Bush, ya que hasta el mismo McCain reniega y trata de distanciarse del actual gobierno.