Wednesday, October 01, 2008

Los pecados nacionales

En estos días se ha analizado un plan de rescate del sector financiero por 700 mil millones de dólares que presentó la Casa Blanca.
Al momento de escribir estas líneas, desconocemos el resultado que tendrá la votación en el Senado sobre el plan del Presidente, George W. Bush.
Estos fondos, como ya lo sabemos, saldrá del bolsillo de los contribuyentes, ahora con más condiciones para evitar que se cometan abusos.
El origen de todo el problema, según nos relatan los expertos, es que las corporaciones se dedicaron a hipotecar las deudas de las deudas.
El endeudamiento empresarial llegó a ser de 40 veces los activos de las corporaciones.
A la hora en que el mercado laboral empezó a caer, lo mismo ocurrió con las hipotecas con intereses variables y los refinanciamientos.
Dicen las autoridades que las medidas buscan destrabar el crédito, la sangre misma de este cuerpo llamado economía.
Expertos aseguran que estas propuestas ya son demasiado tardías y resultarán poco efectivas ante la magnitud del problema.
La sugerencia es proteger a quienes se han portado bien con sus créditos y ahorros, nada más, ya que el paquete provocará un déficit en las finanzas nacionales, lo que a su vez ocasionará inflación y desempleo.
Desde un punto de vista filosófico, creemos que la actual crisis económica del País tiene sus raíces en los pecados que como Nación hemos cometido.
A todas luces la avaricia es uno de los pecados que resaltan a la vista.
Pero este mal no cunde solamente en los mercados, sino también en las casas de los americanos.
Por años nos hemos dedicado a comprar autos del año y a adquirir bienes con enormes deudas a través de las tarjetas de crédito.
Las empresas, por su parte, sacrifican en muchas ocasiones al trabajador para sacar ganancias inimaginables, olvidándose del lado humano del capital de trabajo.
La pereza es otra de las enfermedades que cunde en cada rincón del País.
La obtención de ganancias con poco esfuerzo afectan desde los empresarios que poseen vehículos de lujo en sus mansiones, quienes con unas cuantas llamadas logran hacer ‘negocios’, hasta el humilde empleado de un comercio que atiende mal a sus clientes o, sencillamente, no trabaja.
Otro de los males que nos afectan como nación son la gula: las herramientas crediticias nos han llevado a poder comprar vehículos enormes y casas de gran tamaño, privilegiando el alto consumo y olvidándonos así en el ahorro y la inversión en proyectos productivos como la educación.
Un ejemplo claro se da a la hora de ir a un restaurant de comida rápida: al momento de ordenar los alimentos, la primera pregunta es si deseamos hacer nuestros paquetes más grandes.
La soberbia se ha convertido también en una enfermedad endémica: creímos que éramos el ombligo del mundo, la primera y única potencia, tras la caída de la Unión Soviética.
Por eso, el sistema se ha dedicado a invadir otros países a diestra y siniestra: Guatemala, Haití, Panamá, Vietnam, Laos, Irak y muchos etcéteras.
El actual gobierno se gastó su capital político obtenido tras los atentados del 2001 en llevar a la práctica el keynesianismo militar, impulsado por el llamado complejo industrial militar, compuesto por el congreso, el Pentágono y las corporaciones armamentistas (a las cuales la actual crisis no les ha afectado).
El ex presidente Dwight Eisenhower nos advirtió días antes de dejar el poder en 1953 sobre los graves riesgos para la democracia.
Tampoco hay que olvidar que este pecado llevó a una corrupción rampante entre líderes de gobierno y legisladores.
El trabajo comunitario a través de organizaciones basadas en la fe, en el amor a Dios, supuestamente buscaban el mejoramiento de la sociedad, pero que en realidad tenían un objetivo muy claro: obtener ganancias políticas.
Fue así como Bush logró su reelección en 2004.
Finalmente, la ira.
La soberbia nacional se percibe en el resto del planeta como odio hacia los demás, de ahí que la percepción de molestia en el orbe hacia los norteamericanos.
La discriminación contra las minorías y el racismo son ejemplos extremos de este pecado.
Las agencias policiacas dedicadas a la migración se han convertido en una especie de corporaciones de limpieza étnica, con el respaldo total de la extrema derecha, principal beneficiada económica y políticamente por las empresas que ahora están en crisis.
Al paquete de rescate económico debe seguirle uno de rescate moral y ético de la nación.
El gobierno debe fomentar el ahorro y la inversión inteligente en el capital humano, además de prohibir con acciones reales la política y la economía corruptas.
Los mismos fundadores de este país llegaron en busca del progreso, a través del trabajo, el esfuerzo y la dedicación, valores que deben ser premiados y reconocidos en esta nueva era que bien podríamos estar empezando.