Lo peor de la crisis está por llegar a California.
Estimaciones oficiales revelan que para el 23 de febrero, las arcas del estado se quedarán vacías. Las pocas reservas con las que se contaba hace un año están por acabarse.
Sus vecinos de Nevada y Arizona no están mejor. El Congreso Estatal del primer estado está buscando la forma de arreglar su situación y en la tierra de John McCain se espera que el gobierno de la nueva gobernadora, Janice Brewer, solicite un préstamo extraordinario por mil millones de dólares.
Ante la situación, la Contraloría de California tiene planeado congelar poco más de 3 mil 600 millones de dólares en pagos de servicios públicos, proveedores y reembolso de impuestos.
Sin embargo, existe una posibilidad de evadir la toma de esta decisión que terminará por golpear aún más la economía estatal: reformar el plan de gastos del gobierno.
En este menú solamente hay dos sopas: aumento de impuestos y recorte de programas sociales.
Cualquiera de las dos recetas será igual de mala, tanto para la sociedad como para los políticos y representantes populares.
El alza en las tarifas que cobra el fisco californiano llevará a una posible mayor recaudación de impuestos, pero al mismo tiempo pegará a las empresas y al ciudadano común.
La creciente ola de personas que están solicitando servicios médicos, comida y ayuda financiera al estado seguirá la tendencia a incrementarse, por lo que meterle tijera a los gastos del sector social también significa un efecto negativo en la percepción ciudadana hacia sus representantes.
Los californianos y sus funcionarios electos están en una encrucijada o laberinto que parece no tener salida.
Hasta el momento, el Ejecutivo ha convocado infructuosamente a dos sesiones especiales para tratar de resolver el conflicto, pero los partidos políticos no han podido dejar a un lado sus diferencias y actuar rápidamente en una solución.
Los liberales buscan defender el gasto educativo (uno de los más bajos por estudiante en el País), los programas sociales y los empleos burócratas, mientras los conservadores rechazan un alza de impuestos, particularmente el que se aplique al empresariado.
Ya el gobierno anunció una serie de medidas, que se han repetido por todo el gabinete y el Congreso estatal, para reducir el gasto en un 10 por ciento, así como el recortar al mes dos días de trabajo a miles de empleados públicos, sin goce de sueldo, tema que ya fue disputado ante la corte por el Contralor, John Chiang, miembro del Partido Demócrata.
Otra parte del paquete busca trabajar dos de los días festivos oficiales.
Por esto mismo, Arnold Schwarzenegger dijo en su Informe de Gobierno que el estado padece disfunción política.
La Legislatura, añadió, ha estado enfrascada en una contínua guerra civil.
Expresó que en la octava economía del mundo se ha privilegiado la ideología rígida sobre el compromiso pragmático.
Eso sí, rotundamente negó que California sea ingobernable.
Dijo estar confiado en que las negociaciones en la Legislatura llegarán a buen destino.
Por el bien de todos, más vale que así sea.
Sin embargo, las probabilidades son muy pocas.
De los últimos 20 planes de presupuesto en igual número de años, sólo cuatro han quedado terminados antes de la fecha límite del 15 de junio de cada año para su promulgación.
Fue esta misma situación la que llevó a Schwarzenegger a exhortar a los legisladores a que por cada día que pase sin ser aprobado un presupuesto, dejen de recibir su sueldo.
Las risas en el Salón de Sesiones del Senado Estatal no se hicieron esperar.
Pero el mandatario les añadió: “Si se llama a un taxi y éste no viene, uno no tiene por qué pagar”.
Desafortunadamente la propuesta no es ley y no parece que llegará a formar parte del cuerpo legal del estado.
Además, no existe compromiso político o moral de dejar de percibir sus ingresos por parte de la Legislatura en caso de que no se dé una solución al problema presupuestal.
Y por si fuera poco, los cambios al presupuesto no tienen fecha límite constitucionalmente, así que los legisladores pueden pasar todo el tiempo que deseen antes de aprobar una reforma.
Los más afectados, como siempre, serán los ciudadanos comunes. Los legisladores estatales mejor pagados de los Estados Unidos poco tienen qué temer, puesto que las elecciones serán hasta el próximo año.
Reportaje…
El más reciente reportaje publicado en Zeta por mi estimado colega y mejor amigo, Francisco Sandoval, sobre los enormes gastos en viáticos y comelitonas que hacen los funcionarios panistas del gobierno de Baja California tiene un sólo error: la crítica no hará mella ni cambio alguno en la erogación que éstos hagan en el futuro en los restaurantes lujosos del estado y del País, a pesar de la crisis.
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