Thursday, February 05, 2009

La amenaza


Hace un par de semanas, dos organismos federales de los Estados Unidos dieron a conocer la Evaluación Nacional de la Amenaza por Pandillas en su edición 2009.
Las cifras mostradas en el documento no son nada buenas.
De acuerdo a los datos, el número de pandilleros en el País pasó de 800 mil en 2005 a más de 1 millón (conservadoramente) durante el año pasado, un aumento de 25 por ciento en tres años.
Las regiones del Pacífico y el Suroeste, donde están enclavados los estados de California y Arizona, son las de mayor porcentaje de pandilleros por habitante.
En California y Nevada residen unos 237 mil miembros de casi 7 mil pandillas, quienes se concentran en los Condados de Los Angeles, Riverside, San Bernardino y Orange.
Las agencias policíacas de estos estados reportaron un aumento en la actividad pandilleril del 66 por ciento en 2004 al 74 por ciento en 2008.
La Mara Salvatrucha es la mayor amenaza entre las agencias del orden, seguida de La Eme, Nuestra Familia, la Calle 18 y otras, las cuales se dedican principalmente al narcomenudeo.
En el Suroeste, Arizona incluido, hay unos 111 mil miembros de las 5 mil 297 pandillas detectadas.
Dos áreas son las de mayor actividad: la Zona Metropolitana de Houston, en Texas, y el Condado de Maricopa, aunque también se da bastante fuerza de estos grupos en los Condados de Pima y Yuma.
Las labores delincuenciales de estas organizaciones en la región creció del 52 por ciento en 2004 al 63 por ciento en 2008.
Las pandillas de esta área se dedican principalmente al tráfico de inmigrantes y drogas. Han establecido redes en México y mantienen vínculos cercanos con los cárteles de la droga mexicanos.
De acuerdo al reporte, las pandillas del Suroeste están traficando armas de Estados Unidos a México, para intercambiarlas por dinero o drogas.
Por su parte, los cárteles mexicanos de las drogas les están permitiendo dominar amplios territorios en la venta de enervantes al mayoreo, a fin de evitar ser identificados por las corporaciones policíacas estadounidenses.
El reporte establece que, en algunas comunidades, cuatro de cada cinco delitos los cometen los pandilleros, quienes además de traficar con cocaína y marihuana, se dedican al asalto armado, el robo de vehículos, fraude, invasión de casas, robo de identidad, asesinato y tráfico de armas.
Las autoridades federales aseguran que, inclusive, algunas pandillas compiten en poder y tamaño con las organizaciones de traficantes de drogas mexicanas como los Cárteles de Sinaloa, de Tijuana, del Golfo y La Familia.
El gobierno americano afirma en el reporte que las pandillas de vecindario o callejeras son la principal amenaza a la seguridad, porque constituyen el número más grande a nivel nacional.
En todo el territorio estadounidense, la detección de actividad criminal de las pandillas pasó del 45 por ciento en 2004 al 58 por ciento en 2008.
Por su parte, el Indicador Nacional de Seguridad Escolar 2007 revela que el número de estudiantes que reportó actividad pandilleril en las escuelas pasó del 20 al 24 por ciento entre 2001 y 2005.
En las áreas urbanas, el salto fue del 29 al 36 por ciento, mientras en las rurales fue del 13 al 16 por ciento.
Los pandilleros están acudiendo a las secundarias y preparatorias como vías de reclutamiento y distribución de drogas. Hasta obligan a sus miembros que dejaron de estudiar a reinscribirse con tal de hacerse de una mayor cartera de clientes en los centros escolares.
Además, usan el internet para reclutar y comunicarse con otros miembros, así como con organizaciones delictivas del extranjero.
Esta situación no era igual hace dos décadas, cuando las grandes pandillas empezaron a emigrar de las grandes zonas urbanas a las suburbanas, como con Condado de Yuma, o a las rurales como el Valle Imperial.
Las grandes organizaciones crearon nuevas pandillas de vecindario, para controlar más territorios, ampliar su influencia, aumentar sus ingresos, esconderse de las agencias policíacas, reclutar nuevos miembros y huir de otras organizaciones rivales.
Para subsistir, llegaron a aliarse con pandillas de otras razas, de acuerdo al reporte.
Las pandillas enviaron a sus propios miembros a indagar sobre los nuevos ‘mercados’.
Los nuevos miembros son regularmente de familias con un solo padre, bajos ingresos y educación limitada.
Tomando en cuenta que las Zonas Metropolitanas de El Centro y Yuma son las que mayor nivel de desempleo presentan en todo el País, estas áreas se convierten en campo fértil para desarrollar las redes de influencia de las pandillas.
Si a esto le agregamos que la economía pasa por su peor momento en décadas, las oportunidades para los jóvenes estudiantes se están evaporando, dejándolos a merced de la actividad delincuencial.
¿Tendrán algo qué decir los alcaldes de esta región?
¿Qué pensarán los supervisores de los Condados de Imperial y Yuma?
¿Y los alguaciles y jefes de policía?
¿Podrán aportar algo para mejorar el horizonte de miles de jóvenes los representantes de las Cámaras de Comercio y de las Corporaciones de Desarrollo Económico, así como las autoridades educativas?
¿Acaso los altos funcionarios de las agencias públicas dedicadas al Desarrollo del Empleo están alertadas sobre este fenómeno y tan preocupadas como para convocar a las autoridades regionales para presentar algún proyecto de mejora económica?
Para evitar que la amenaza se convierta en realidad, más vale que así sea.

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