
El pueblo estaba harto. Cansada de gobiernos corruptos e ineficientes, la ciudadanía decidió buscar en uno de los aspirantes presidenciales una oferta que le diera a la nación un nuevo rumbo a la vida política, social, económica y hasta cultural.
Gracias a una campaña política innovadora, el candidato logró posicionarse bien al interior de su partido y, posteriormente, en la contienda constitucional.
Los votantes, como era de esperarse, reaccionaron eligiendo al cambio.
A grandes rasgos, esta es la historia de Vicente Fox. Pero igual puede tratarse del actual mandatario estadounidense, Barack Obama, quien hace poco más de un año logró la histórica victoria ante el Republicano, John McCain.
En los dos casos, a pesar de haber llegado con un enorme capital político, las circunstancias fueron minando lentamente el ánimo de los representados hacia su Presidente.
El primer afroamericano en ocupar la Casa Blanca llegó al puesto con un 63.3 por ciento de opiniones a su favor, por el 20 por ciento en contra.
Tres meses después, la diferencia entre unos y otros era de 30.7 por ciento.
Obama cayó otros 5 puntos en cinco meses y para agosto, solamente 10 puntos separaban a respaldadores y opositores.
Para finales de octubre pasado, la ventaja se redujo a 7.7 por ciento, de acuerdo a diversas casas encuestadoras.
Vicente Fox terminó su mandato en noviembre del 2006 con 59 por ciento de la ciudadanía a su favor.
Su promedio en el sexenio fue de 58 puntos.
Pero no siempre fue así.
En febrero de 2001, el 69.7 de los votantes estaba a su favor y el 22.9 por ciento en su contra.
Conforme pasaron los meses, la brecha se cerró, al punto de tener en febrero del 2002 una aprobación de 44.6 por ciento y un rechazo de 53.1 por ciento.
Tuvieron que pasar 18 meses de su período para que la tendencia favorable volviera del lado del ex Presidente mexicano, según Consulta Mitofski de Roy Campos.
Obama, contrario a Fox, no tuvo en sus manos el multimillonario programa Oportunidades, con el cual se otorgan dádivas a los más pobres, supuestamente para mejorar sus condiciones de vida.
El ex Senador por Illinois tampoco tiene un presupuesto enorme de propaganda en radio y televisión para manipular las opiniones de sus representados.
En los dos casos, las expectativas por el cambio eran enormes.
Entre las principales propuestas del ex candidato Demócrata destacaron la salida de Irak y Afganistán, el cierre de la Base de Guantánamo, la reforma al sistema de salud y al de migración.
En los cuatro temas, todo depende de la forma en que se vea el vaso para establecer una opinión, ya que los resultados están a medias.
Sin embargo, lo que más le ha dolido al pueblo americano es la crisis económica y la pérdida de empleos.
El índice de desocupación nacional llegó en octubre pasado a 10.2 por ciento, afectando en la actualidad a 15.7 millones de personas.
El fenómeno afecta particularmente más a los hispanos, cuya tasa en particular es del 13.1 por ciento, el más alto entre todos los grupos raciales de Estados Unidos.
Lo que más duele en el corazón del estadounidense es observar cómo otros índices económicos, como el alza en la Bolsa de Valores, están mejorando.
Esto se presenta gracias a que los grandes corporativos hicieron “ajustes” –despidiendo personal-, para hacer frente a la situación de crisis y acomodar sus producciones a la nueva demanda. De esta forma, los capitales han logrado mantener sus ganancias y cumpliendo sus compromisos comerciales con los clientes.
Como reza el refrán, “cuando el dinero sale por la puerta, el amor sale por la ventana”.
Igual está ocurriendo con el cariño y las simpatías por Obama.
La comunidad ansiaba tanto el cambio, que vio en el entonces candidato Demócrata a quien podía resolverles la situación.
Dicen algunos especialistas que fue precisamente la caída en la imagen presidencial lo que llevó a las derrotas del partido del presidente en dos estados de Nueva Inglaterra.
Yo lo dudo. Aunque el mandatario haya otorgado su apoyo y hecho campaña a favor de los aspirantes de su partido político, no se trató de un referéndum a la labor de Obama.
La del año que viene, en la que se renovará el Congreso y se elegirán a decenas de gobernadores, esa sí será una especie de termómetro para ver cómo andan las preferencias por el ex Senador.
De aquí a entonces, a Obama le urgen victorias políticas en las áreas de relaciones exteriores, sanitarias, migratorias y, particularmente, económicas.
Porque los años de crecimiento y desarrollo que tuvo Vicente Fox a lo largo de su presidencia –paralela a la de George W. Bush en Estados Unidos-, seguro no se verán en el orbe en varios años.
Gracias a una campaña política innovadora, el candidato logró posicionarse bien al interior de su partido y, posteriormente, en la contienda constitucional.
Los votantes, como era de esperarse, reaccionaron eligiendo al cambio.
A grandes rasgos, esta es la historia de Vicente Fox. Pero igual puede tratarse del actual mandatario estadounidense, Barack Obama, quien hace poco más de un año logró la histórica victoria ante el Republicano, John McCain.
En los dos casos, a pesar de haber llegado con un enorme capital político, las circunstancias fueron minando lentamente el ánimo de los representados hacia su Presidente.
El primer afroamericano en ocupar la Casa Blanca llegó al puesto con un 63.3 por ciento de opiniones a su favor, por el 20 por ciento en contra.
Tres meses después, la diferencia entre unos y otros era de 30.7 por ciento.
Obama cayó otros 5 puntos en cinco meses y para agosto, solamente 10 puntos separaban a respaldadores y opositores.
Para finales de octubre pasado, la ventaja se redujo a 7.7 por ciento, de acuerdo a diversas casas encuestadoras.
Vicente Fox terminó su mandato en noviembre del 2006 con 59 por ciento de la ciudadanía a su favor.
Su promedio en el sexenio fue de 58 puntos.
Pero no siempre fue así.
En febrero de 2001, el 69.7 de los votantes estaba a su favor y el 22.9 por ciento en su contra.
Conforme pasaron los meses, la brecha se cerró, al punto de tener en febrero del 2002 una aprobación de 44.6 por ciento y un rechazo de 53.1 por ciento.
Tuvieron que pasar 18 meses de su período para que la tendencia favorable volviera del lado del ex Presidente mexicano, según Consulta Mitofski de Roy Campos.
Obama, contrario a Fox, no tuvo en sus manos el multimillonario programa Oportunidades, con el cual se otorgan dádivas a los más pobres, supuestamente para mejorar sus condiciones de vida.
El ex Senador por Illinois tampoco tiene un presupuesto enorme de propaganda en radio y televisión para manipular las opiniones de sus representados.
En los dos casos, las expectativas por el cambio eran enormes.
Entre las principales propuestas del ex candidato Demócrata destacaron la salida de Irak y Afganistán, el cierre de la Base de Guantánamo, la reforma al sistema de salud y al de migración.
En los cuatro temas, todo depende de la forma en que se vea el vaso para establecer una opinión, ya que los resultados están a medias.
Sin embargo, lo que más le ha dolido al pueblo americano es la crisis económica y la pérdida de empleos.
El índice de desocupación nacional llegó en octubre pasado a 10.2 por ciento, afectando en la actualidad a 15.7 millones de personas.
El fenómeno afecta particularmente más a los hispanos, cuya tasa en particular es del 13.1 por ciento, el más alto entre todos los grupos raciales de Estados Unidos.
Lo que más duele en el corazón del estadounidense es observar cómo otros índices económicos, como el alza en la Bolsa de Valores, están mejorando.
Esto se presenta gracias a que los grandes corporativos hicieron “ajustes” –despidiendo personal-, para hacer frente a la situación de crisis y acomodar sus producciones a la nueva demanda. De esta forma, los capitales han logrado mantener sus ganancias y cumpliendo sus compromisos comerciales con los clientes.
Como reza el refrán, “cuando el dinero sale por la puerta, el amor sale por la ventana”.
Igual está ocurriendo con el cariño y las simpatías por Obama.
La comunidad ansiaba tanto el cambio, que vio en el entonces candidato Demócrata a quien podía resolverles la situación.
Dicen algunos especialistas que fue precisamente la caída en la imagen presidencial lo que llevó a las derrotas del partido del presidente en dos estados de Nueva Inglaterra.
Yo lo dudo. Aunque el mandatario haya otorgado su apoyo y hecho campaña a favor de los aspirantes de su partido político, no se trató de un referéndum a la labor de Obama.
La del año que viene, en la que se renovará el Congreso y se elegirán a decenas de gobernadores, esa sí será una especie de termómetro para ver cómo andan las preferencias por el ex Senador.
De aquí a entonces, a Obama le urgen victorias políticas en las áreas de relaciones exteriores, sanitarias, migratorias y, particularmente, económicas.
Porque los años de crecimiento y desarrollo que tuvo Vicente Fox a lo largo de su presidencia –paralela a la de George W. Bush en Estados Unidos-, seguro no se verán en el orbe en varios años.
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