Por Arturo Bojórquez*
No me imagino a los Republicanos haciendo mancuerna con los
Libertarios para derrotar a un candidato opositor. Tampoco a los Demócratas
aliándose con los Verdes para obtener victorias políticas.
De hecho, en el estado de California el Código de Elecciones no
contempla la posibilidad de coaliciones electorales crear alianzas entre
partidos políticos y contender juntos en los comicios locales.
Pensar en el hecho de enmendar la constitución californiana y las
leyes electorales para permitir tal propósito suena a aberración.
El nacimiento de los partidos políticos en las democracias
modernas se dio precisamente para que los ciudadanos tomaran parte en los
asuntos comunes e inherentes a la comunidad.
Sin embargo, lo que suena inverosímil en California no lo es en
territorio mexicano.
Al anochecer del pasado 31 de enero, los dos grandes partidos en
Baja California, el de Acción Nacional y el Revolucionario Institucional,
confirmaron lo que se venía dando como rumor: sus alianzas con miras al proceso
electoral de julio próximo.
Los primeros, en el poder estatal desde 1989, crearon un acuerdo
con su otrora némesis: el Partido de la Revolución Democrática, junto al
Estatal de Baja California y Nueva Alianza, este último en poder de la lideresa
del magisterio, Elba Esther Gordillo.
No pocos calificaron esta alianza-coalición como anti-natura,
como una fusión de agua y aceite.
Cierto es, ya que dentro de las filas panistas existen muchos de
los votantes que en su tiempo el fundador del partido, Don Manuel Gómez Morín,
los llamó meones de agua bendita, que no son otra cosa que ciudadanos
cristianos que mezclan la política y la religión.
Por el bando de la izquierda perredista, no hay que olvidar que
ésta ha sido punta de lanza en temas que le causan resquemor a los
blanquiazules como los matrimonios entre personas del mismo sexo y el aborto.
Muy seguramente estos asuntos y otros donde no hay coincidencias
quedarán a un lado, como ya lo han hecho ver los dirigentes partidistas.
Dentro de las filas de Acción Nacional han surgido voces que
critican esta alianza, ya que la perciben como un instrumento para mantener el
poder, olvidando los principios doctrinarios de dicho instituto politico.
Así mismo, señalan que, sin empezar la contienda, el PAN “ya
perdió” al dejarle al PRD la candidatura a Alcalde de Ensenada y a Nueva
Alianza la de Rosarito.
Lo que no entienden estos personajes es que a la hora de la
negociar, las partes deben ceder. Los perredistas habían condicionado su
participación en la alianza sí y solo sí el candidato a la gubernatura era el
empresario, Gastón Luken Garza.
Muy seguramente, Acción Nacional decidió “sacrificar” varios
cargos a fin de que su abanderado a gobernador surgiera de entre su militancia,
algo que revela la capacidad y la voluntad para alcanzar acuerdos.
En la otra esquina, el PRI evidenció que no iba a tolerar que le
arrancaran muchos espacios, por sentirse con la gubernatura en la bolsa. Tan es
así que las cinco candidaturas a Alcalde y la de gobernador quedó en sus manos.
A sus “aliados”, apenas si les dio migajas para mantenerlos a su
lado.
Por cierto, esta alianza también podría considerarse irracional,
ya que en ella convergen el cristiano Partido Encuentro Social y el
ultra-izquierdista Partido del Trabajo (cuya genesis se remonta a los tiempos
de la presidencia de Carlos Salinas de Gortari) y que todavía a estas Alturas
siguen lanzando dardos a Enrique Peña Nieto, Presidente de extracción tricolor.
Lo que me queda bastante claro es el hecho de que este
calentamiento de motores se ha convertido en un bacanal político, donde todos
pactan con todos para obtener el poder por el poder en una contienda que será
la madre de todas las batallas electorales en la historia del estado, cosa que
ocurrirá (sin alianzas) en California dentro de
unos meses, con miras a la elección estatal de 2014, en la que se
renueven la Gubernatura, la mitad del Senado Estatal y las 80 curules de la
Asamblea.
*Actualmente, es editor del Semanario Adelante Valle, que se
distribuye en el Condado de Imperial. Desde hace más de dos décadas se dedica
al periodismo y ha colaborado con diversos medios escritos, así como en radio y
televisión.
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